lunes, 25 de febrero de 2019

UN LIBRO DELICIOSO


 Este librito de Alphonse Daudet siempre me ha sido simpático desde una remota tarde en Madrid que me lo compré en francés en una librería de textos extranjeros que abrieron en la calle General Oraa. Recuerdo que, al llegar a casa, estaba en ella aquel hombre mágico que fue, que es en mi memoria, José González Folliot, francés por parte de madre y berciano por parte de padre aunque él había nacido en la plaza de Santa Ana en Madrid. Pepín, como le conocíamos todos, tenía una hermana en Burdeos que se dedicaba a la cría de pulardas y hablaba un francés extraño, mezcla de patois y de madrileñismo. Cuando vio el libro de Daudet, recuerdo que se alegró mucho y pronunció el título con su acento entre aquitano y chamberilero. En estos días de febrero en que el mirlo ya canta con fuerza y los almendros se van vistiendo de nata, la lectura de Daudet me ha reportado tardes de alegría y me ha hecho viajar hasta la Provenza, allí donde el padre de Alfredo Germont, el protagonista de la Traviata quería enviar a su hijo para que olvidara a la “descarriada” señorita. Huele a Tramontana este libro, a romero y a olivos y el sol de la Provenza llena sus páginas. Un libro delicioso que nos hace la vida más feliz. ¡Gracias, Daudet!

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