Soy
seguidor acérrimo del programa de Martín Llade Sinfonía de la mañana y, tal y como ya he contado en otras
ocasiones, su mano entendida me hace volver a sentir temas musicales que,
aunque ya conocidos, no habían gozado de un conocimiento profundo. Así ha sido,
hace unas pocas semanas, con el Winterreise de Schubert. Hablaba don Martín con
Andrés Neuman, poeta argentino, cuando pararon mientes en la última de las
canciones que conforman tan excelsa obra musical: Der Leiermann. He oído muchas
veces el viaje invernal de Schuber y Müller e incluso, en época de mocedad y, por tanto, de atrevimiento y osadía, me lancé
a hacer una traducción del alemán que guardo en los hondones de mi ordenador
porque hubo luego otras mejores y más solventes. En fin, volvamos al Leiermann,
el lied que cierra ese viaje de un enamorado en medio del invierno. Como el
tema da para mucho, me ceñiré a este lied y dejaré para mejor ocasión un
análisis de todo el poemario de Müller. Vamos, pues.
Lo
primero es el título que ofrece problemas pues, para algunos, es el organillero, para otros el tocador de
zanfoña (zanfona es en gallego) y, la que considero totalmente errónea, la del
padre Sopeña en su libro El lied romántico, uno de los primeros acercamientos
que tuve al arte de la canción en alemán pues lo traduce como El tocador de
zampoña, siendo la zampoña, como sabemos bien os filólogos clásicos por los verso
de Virgilio y de Ovidio, un instrumento pastoril de viento que nada tienen que
ver con el Leier. He leído algunas cosas sobre este instrumento y me aclara la lectura que , en la época de
Schubert, se designaba con esta palabra al organillo ya que la zanfoña estaba
un tanto olvidada pese a que había sido el instrumento tradicional de los
ciegos, no sólo en Alemania, sino también en España. En el diccionario alemán
de Pons, aparece como “lira” y también aparece “lira” en el Langenscheidt. En
el Duden, aparece lo que sigue: Kithara; 1b. die
Leier spielen, drehen; 2. häufig wiederholte, immer wieder vorgebrachte. Me cuesta entender
que sea un ciataredio el músico al que se refiere Müller y pone en música
Schubert, pero en la muy interesante página web de Margo Briessinck, se habla
de “el hombre lira”.
Si Vamos a la partitura de la canción, se puede apreciar, en la parte del piano, una melodía que se repite y que es la melodía que está tocando el músico callejero. ¿Es de un organillo? ¿Es de una zanfoña? ¿Es de una lira? No lo podemos saber y ahí está ese viejo misterioso tocando y ese enamorado preguntando
Wunderlicher Alter,
soll ich mit dir geh'n?
Willst zu meinen Liedern
deine Leier dreh'n?
Sin
embargo, tras dejar reposar el asunto algunos días, el Apocalipsis de San Juan
viene en mi auxilio cuando representa a los ángeles con la cítara. pues es un
instrumento “ muy angélico”. Entonces, me digo, voy a echar el cuarto a
espadas: el Leiermann es un ángel, un ángel de la muerte que, tocando su cítara,
llama al pobre enamorado.
Pero,
cuando ya me las tenía todas conmigo, parao mientes en estos versos:
Willst zu meinen Liedern
deine Leier dreh'n?
Y, claro, me doy cuenta de que el verbo drehen no cuadra para nada con una
cítara así que adiós a mi ángel de la muerte. ¿Qué instrumento es entonces? No
lo sé; vuelvo al principio, a un da capo que parece una aporía porque ese
maldito verbo tanto se puede aplicar a un organillo como a una zanfona pues ambos
basan su sonido en el giro de una manivela. Quizás Müller lo quiso dejar así,
en lo obscuro, para que, años después, los lectores de su poesía y los oyentes
de Schubert pasáramos una tarde de diciembre, con las primeras nieves en
Fuentes Carrionas, pensando en qué instrumento era el del Leiermann.
A estas alturas de la tarde, creo sinceramente que el
músico tenebroso es un organillero, un humilde organillero de los que tantos
había tantos por las calles de las ciudades y pueblos de Austria el comienzo
del siglo XIX. De todas las maneras, ya estáis diciéndome algo que me saque de
estas dudas. Gracias.