Unas
muy cultas notas de Inés Mogollón al Réquiem de Guerra de Benjamin Britten han
resucitado mi interés por John Donne, el gran poeta inglés. Había leído sus Sonetos y canciones y sus Elegías en la soberbia traducción de
Gustavo Falaquera, un pseudónimo del gran Jesús Munárriz. Inés, saca a colación
un fragmento de la meditación XVII, muy famosa porque sirvió para dar título a una
nóvela de Hemingway. Pero lo de don Ernesto es otra historia y no me quiero
desviar del tema. Si las queréis leer, las ha publicado en Ariel con prólogo de
Vicente Campos y traducción de Ascensión Cuesta. Merece la pena este “diario de
una enfermedad” que John Donne nos narra con su elegante prosa. El único reparo
que le pongo es el título en castellano que es Meditaciones en tiempos de crisis , muy oportuno sin duda para los
tiempos que corren, pero, según el poco inglés que sé, con poco que ver con el
título original: Devotions upon emergent
occasions. En fin, aprovechando que el Pisuerga pasa por Pucela…
Ahí os
van los versos que tanta fama le dieron al escritor, boxeador, cazador y
tomador de mojitos:
“Ningún hombres es una isla,
completa en sí misma; cada hombre es un pedazo de continente, una parte del
todo; si el mar se lleva un trozo de tierra, Europa mengua, como si fuese un
promontorio, como si fuese la casa solariega de tus amigos o la tuya: La muerte
de cualquier hombre me disminuye, pues soy parte de la humanidad. Y por lo
tanto nunca ,mandes a nadie preguntar por quién doblan las campanas, pues
doblan por ti.”
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