¿Se
puede hacer una alabanza de la vida del campo mejor que esta de Cicerón? Es un
fragmento de la traducción de De
Senectute que publiqué en Ediciones Sequitur en el 2008.
Y para que os deis cuenta de que nada le parecía tan propio de un rey como la
dedicación a cultivar el campo, Sócrates en esta obra
dialoga con Cristóbulo contándole que Ciro el Menor, rey de los persas, ilustre
por su ingenio y por su glorioso
imperio, al irle a visitar a Sardes Lisandro el lacedemonio, hombre de excelsa
virtud, y haberle llevado presentes de
parte de sus aliados, estuvo con él no sólo afable y cortés en todo sino que le
enseñó un parque plantado con esmero. Al admirar Lisandro la altura de los
árboles, aquellas ringleras ordenadas al tresbolillo, la esponjada y limpia
gleba y la delicadeza de los olores que exhalaban las flores, le dijo que él
admiraba no sólo el esmero sino la habilidad del que hubiera dispuesto y
trazado aquel parque. Y Ciro le respondió: “ Yo he planeado todo eso; obra mía
es su alineación, su trazado y muchos de esos
árboles los he plantado con mis propias manos”. Entonces cuentan que
Lisandro, mirando su púrpura, la majestad de su persona y el ornato persa de
mucho oro y perlas, le dijo: “Con razón te consideran feliz, Ciro, pues tu
fortuna va unida a tu virtud”
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