miércoles, 10 de abril de 2013

SANCTE CICERO, ORA PRO NOBIS


 

¿Se puede hacer una alabanza de la vida del campo mejor que esta de Cicerón? Es un fragmento de la traducción de De Senectute que publiqué en Ediciones Sequitur en el 2008.

Y para que os deis cuenta de que  nada le parecía tan propio de un rey como la dedicación a cultivar el campo, Sócrates en esta obra dialoga con Cristóbulo contándole que Ciro el Menor, rey de los persas, ilustre por su ingenio y  por su glorioso imperio, al irle a visitar a Sardes Lisandro el lacedemonio, hombre de excelsa virtud, y haberle llevado  presentes de parte de sus aliados, estuvo con él no sólo afable y cortés en todo sino que le enseñó un parque plantado con esmero. Al admirar Lisandro la altura de los árboles, aquellas ringleras ordenadas al tresbolillo, la esponjada y limpia gleba y la delicadeza de los olores que exhalaban las flores, le dijo que él admiraba no sólo el esmero sino la habilidad del que hubiera dispuesto y trazado aquel parque. Y Ciro le respondió: “ Yo he planeado todo eso; obra mía es su alineación, su trazado y muchos de esos  árboles los he plantado con mis propias manos”. Entonces cuentan que Lisandro, mirando su púrpura, la majestad de su persona y el ornato persa de mucho oro y perlas, le dijo: “Con razón te consideran feliz, Ciro, pues tu fortuna va unida a tu virtud”  

 



[1] Oeconomicus, IV, 20.

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