Si, es
un suponer, Ferrián Adriá, Paul Bocuse o Juan Mari Arzak me invitaran a comer a
sus restaurantes - cosa, por otro lado, muy poco probable - y, ese mismo día,
mi suegra, Teresa Garrido Platón guisara unos pucheruelos como tan sólo ella
sabe guisarlos, abandonaría tan alta invitación para degustar esas setas de
primavera que tan sólo necesitan, para no perder el aroma del pinar y el sabor
de la tierra, un huevo revuelto en ellos y un poco de ajo. Su aroma es tan
delicado y su sabor tan exquisito que Ferrán, Paul y Juan Mari me esperarían en
vano. Si el otoño son las acerolas, los nícalos, la lepista nuda y la seta de cardo, la primavera son los pucheruelos y
los espárragos trigueros de los que ya hablaré en otra entrada de este blog. Que
todo tiene su tiempo y no es cuestión de atracarse en un día.
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