Érase una vez Valtario, hijo de Alfere, rey de Aquitania, al que Atila se llevó de rehén. Valtario luchará a las órdenes de Atila y así se va desarrollando una historia que, traducida maravillosamente bien por Luis Alberto de Cuenca, nos lleva hasta un final que no os quiero revelar. A mí me gusta particularmente este pasaje en donde Valtario se sienta tras tanto batallar:
Dicho esto, se dirigió a una colina cercana y, bajando de su caballo, se sentó a mirar.
Que dicho en latín es así:
Dixerat et collem petiit mox ipse propinquum
descendensque ab equo consedit et aspicit illo.
descendensque ab equo consedit et aspicit illo.
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