He vuelto a leer a Palacio Valdés y, en esta ocasión, ha
sido su novela La espuma. Tenía
muchas ganas de leerla desde que, en la introducción a una colección de cuentos
del autor de Laviana , Carmen Bravo-Villasante decía que era su mejor novela.
¡Y vaya que lo es! Estamos ante la gran novela de Palacio Valdés, con unos
personajes maravillosamente construidos, con unos ambientes perfectamente
descritos y con un ritmo narrativo genial. Para mí, como para la gran escritora
de literatura infantil, es su mejor novela, en algunos aspectos pareja a La Regenta , la novela del que era gran
amigo de don Armando, Leopoldo Alas, Clarín. En la novela, hay momentos
sublimes como la excursión a Riosa para visitar las minas del duque de Requena
o el personaje de Raimundo, un pobre entomólogo al que la fuerza maléfica de
una mujer sin amor y sin moral, acaba destruyendo. Porque lo que parece querer
decirnos Palacio Valdés es que el mal mancha lo que toca y que, al final, como
dice el Salmo número 1, la senda de los
pecadores acaba mal. Una gran novela que he leído en una edición de 1917
tipográficamente preciosa y que me ha hecho todavía más gustosa su lectura. Una
novela de las que ya no se leen y que me confirma en la opinión de que Palacio
era un gran novelista que, quizás se dejó llevar por una literatura más
costumbrista en ocasiones, pero siempre de gran calidad literaria.
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