¡Gracias,
amigo Luis de Tapia por hacerme reír con tus versos en estos días de dura
crisis! Al hilo de la lectura de esta antología tuya, pensaba yo en los poco
que se cultiva este tipo de poesía humorística en España y la falta de crédito que tendrían quien hoy
tuviera la osadía de dedicarse a ella. Ya no hay apenas estas columnas de
versos en los periódicos; ni siquiera sé si en mi “Norte” sigue escribiendo
Ansúrez. Recuerdo los romances de Jaime Capmany (espectacular el de El Rey en bolas) o los versos de Alfonso Ussía que recogió en un
libro que se titulaba Fustazos y caricias.
En medio de esta sociedad crispada, no vendría mal el toque de humor crítico.
Pero es que quizás este tipo de poesía, muy en boga durante las primeras
décadas del siglo, se ve alicaída por la falta de humoristas en general que a su
vez se debe, a mi modo de ver, a la falta de cultura, incluso de la más elemental.
Para entender los chascarrillos de Tapia hay que conocer un poco la realidad de
la época en la que escribe y tener algo de aquello que se llamaba Cultura
General y que borró la ESO. Mi buen amigo José Ángel Fernández de la Calle,
hombre muy bromista y practicante de yoga, decía que para hacer gracia había
que tener inteligencia. ¿Será por eso que me hacen ya poca gracia los
humoristas que ponen de higos a brevas por la tele? A mí, desde luego, Luis de
Tapia me ha hecho reír porque era un tío inteligente que practicaba un humor
inteligente. Y no sólo tengo yo esta idea porque de esa misma manera de pensar
eran Ramón Pérez de Ayala o don Benito Pérez Galdós.
Como
botón de muestra os copio este soneto a
Cibeles en su fuente del prado antes de que el Madrid ganara la décima copa
de Europa:
Serena,
porque así lo quiso el arte,
altiva
en tus helénicas facciones,
camina
sobre un carro de leones
hacia
os templos de Mercurio y Marte.
Caen
tus paños, plegados al sentarte,
como
caen de las chulas los mantones
cuando
van, de verbena, en los simones;
que
eres de Grecia y de Madrid en parte.
En
invierno eres diosa, con mortaja
de
agua deshecha en congelados lloros…
Pero
en Abril, cuando mi pueblo baja
por
“Alcalá!, en estrépitos sonoros,
más
que diosa pareces una maja
que
vuelve en su calesa de los toros.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar