Siempre
leer a Wilde es un placer y en este opúsculo plantea un tema apasionante: el
arte no tiene que copiar la realidad sino que debe de crear una realidad
distinta, es decir, urdir maravillosas mentiras para asombrar a los que lo leen
o lo ven. La teoría del espejo de Stendhal no le servía a Wilde pues el
consideraba que era la naturaleza la que copaiba al arte y nunca al revés.
Apasionante el tema, y más en la disposición dialógica con que lo presenta
Oscar Wilde, no sólo para el siglo XIX, sino para hoy mismo. Apasionadamente.
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