En este mes de mayo tan florido, pero que también
nos ha traído unos calores africanos, me he leído una antología de las que prepara
Antonio Huerga de un poeta neerlandés llamado Jan Jacob Salauerhoff. El título
ya es de por sí sugerente: Sólo en mis
poemas puedo vivir y, cuando se abre y se lee, no defrauda.
En la
poesía de Salauerhoff hay mucho de poesía china y japonesa pues viajó, como médico
a bordo de un barco, por toda Asia. También tiene poemas sobre flamenco y sobre
fado y también fue traductor al holandés de Rubén Darío.
Os dejo una copla de soleares aunque
suene raro lo de un holandés por soleares:
Profundos y azules son tus ojos
como olas en el océano,
a veces débiles, rebosantes de paz, a veces salvajes
y turbios de pasión, como ella por el huracán.
A ver si se anima José el de la Tomasa y le pone su
música y así tendremos a un neerlandés por soleares. y ¡olé!.
Pero también os dejo
este otro poema que es hermosísimo y que se titula Sin hogar:
Sólo en mis poemas puedo vivir,
nunca encontré alojamiento en un lugar distinto;
por el propio hogar jamás sentí debilidad,
y el viento tempestuoso una tienda se llevó.
Sólo en mis poemas puedo vivir.
Mientras sé que en lugares salvajes,
en las estepas, en la ciudad y en la selva algunos
cobijos
podría encontrar, amas a mí nada me atrae.
Se demorará , pero el tiempo me traerá
antes de la noche el antiguo vigor del que carezco
y rogaré en vano suaves palabras,
con las que antaño pude construir, y la tierra
deberá guardarme y doblegarse
hacia el lugar donde se fuerza mi sepulcro en la
oscuridad.
Y ya para acabar este
otro:
Se siente solitaria bajo la oscuridad
de los árboles, que acaricia su propio hombro.
Su breve mano, ocupando la redondez
que ha dejado al desnudo el vestido estival
desciende, divaga; se alza ruborizada
y avanza de nuevo haciendo un dobladillo en su
vestido.
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