viernes, 24 de julio de 2015

FRANCISCO BASTARRECHE Y DÍEZ DE BULNES


La calle de Francisco Bastarreche principiaba en la carretera de Bueu y llegaba hasta la esquina de General Franco, hoy calle o rúa del Sol, en donde ya pasaba a denominarse Calvo Sotelo. El  la esquina de Bastarreche con doctor Touriño, estaba la pensión Casa Campos, lugar mítico de mi infancia con su comedor con ventanas a la calle y con el señor Campos, sargento de la banda de la Escuela Naval y cocinero, con su camisa blanca y su bonhomía alegrando ese paraíso que era el  Marín en los setenta. Por aquel entonces, no sabíamos que Bastarreche había nacido en Cádiz y que estaba  enterrado en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando. Ahora, en esa revisión tendenciosa de la historia que se está llevando ahora a cabo, su calle parece que quiere ser (o ha sido ya cuando escribo esta entrada) borrada del callejero marinense. Su pasado de colaborador con Franco es innegable, pero también fue un marino que procuró el engrandecimiento de España y de los españoles y, destinado en Cartagena, hizo mucho bien por esta ciudad. Y un Instituto de Enseñanza Secundaria, que lleva su nombre, es prueba de que no fue tan terrible como lo pintan ahora los justicieros que miran sólo con el ojo izquierdo. Digo esto porque una página sobre la memoria histórica en Cartagena lo pinta como un sádico torturador y criminal de guerra. No me compete juzgarlo, pero estos señores olvidan que Bastarreche y Díez de Bulnes trabajó por “reparar” en la Armada la falta de oficiales que habían sido fusilados y, en muchas ocasiones, tirados vivos aún al mar, por los “luchadores de la libertad”. Todos tenemos muertos en el armario. En otro país, sólo por estar en ese Panteón de San Fernando, sería un héroe y, sin embargo aquí, es un criminal. En España pasa algo raro.

 

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