La historia sucede en
Comillas. Había transcurrido más o menos
un siglo desde el Pleito de los Nueve Valles y las cosas no estaban tan
tranquilas. Recordemos que en ese pleito los vecinos solicitaron que los Nueve
Valles de las Asturias de Santillana no estuvieran bajo el dominio del Duque
del Infantado, sino que fueran tierras de realengo. Ganaron los vecinos en la
Chancillería de Valladolid, pero el señor duque
seguía teniendo sus privilegios, como, por ejemplo, sus asientos en la
iglesia de Comillas. Un día de 1640, el administrador del duque se negó a que
nadie de la población ocupara los asientos de los duques y el pueblo
comillense, harto de tanto privilegio, abandonó el templo y al párroco y se
fueron al Corro Campíos, centro social de Comillas y bolera, en donde decidieron
hacerse una nueva iglesia en donde estaba la ermita de San Juan. Cada uno aportó
su dinero y su trabajo y, aunque se tardó más de un siglo en acabarse, supuso
la victoria del “pueblo” frente a los privilegios del duque. Hoy en día, es la iglesia parroquial de Comillas y en ella
está el Santo cristo del Amparo, muy querido por los comillenses. Para los
expertos en arte, diré que está erigida en estilo barroco montañés y que sigue
el modelo de iglesias del valle de Trasmiera como las de los pueblos de Isla o
Ajo. También decir que fue la primera iglesia de estas características que fue
alzada en la zona occidental de Cantabria y que su planta y alzado fueron copiados
de Terán, Roiz y Cabezón de la Sal. Merece la pena entrar en esta iglesia
“democrática” en su sentido etimológico y contemplar su monumentalidad. Para la
playa y las mariscadas, siempre quedará
un ratito, digo yo.
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