Hablando el otro día con una
chica que es de Ruiloba, un municipio que formaba parte del Valle del Alfoz de
Lloredo, uno de los nueve valles que conformaban los Asturias de Santillana,
descubrí algo que, perdonad por mi mal oído filológico, no había notado hasta
ahora: la aspiración de la j en el oeste de Cantabria. Mirando algunas cosillas
por ahí, veo que este fenómeno afecta a la zona occidental de Cantabria y que
consiste en la pronunciación de la jota no como fricativa velar [X], sino como
h aspirada suavemente. Así por ejemplo Inmaculada pronuncia [kaha] y no [kaXa].
Comprendo que esta diferenciación afecta muy poco al devenir del mundo, pero
yo, como Russel cuando conoció la
procedencia del nombre de los melocotones, me siento más feliz. ¡Ah, y no me
meto con nadie! Lo curioso es que esta aspiración yo la creía propia de los
extremeños (con su zanahoria). Pero, ya veis, eso de que viajando se aprende va
a resultar que es verdad.
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