Ricardo
Becerro de Bengoa era vitoriano, pero aprovechó su estancia en Palencia para
escribir el Libro de Palencia, en el que trata de la ciudad del Carrión y de su
provincia. Don Ricardo, que era Catedrático en el Instituto de Palencia, había
estudiado Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en la Universidad de
Valladolid. También fue profesor del
Instituto de San Isidro, ya en Madrid, y, como político, fue Consejero de
Instrucción Pública y Agricultura, Diputado a Cortes y Senador. Bengoa fue
sobre todo un hombre curioso, al que nada se le escapaba. Es un placer leer su
libro sobre Palencia, pero da pena cuando describe el Casino y nos dice que la
biblioteca era casi el desierto del Sahara. Y uno piensa, en estas tardes del ferragosto castellano que, si las
bibliotecas de los Casinos Provinciales, esos a los que cantó Machado con ironía
triste, hubieran tenido más libros que barajas o, al menos, que no tuvieran una
montaña de polvo, como cuenta Clarín en La
Regenta al tratar del también escuálida biblioteca de Vetusta y que, si los
hombres del Casino provinciano hubieran
tenido callos en los dedos no de los naipes, sino de los libros, otro gallo nos
hubiera cantado. Lo malo es que- y perdón por el pesimismo- no creo que hayamos
avanzado mucho pese a los e-books. O sí; no lo sé porque hace mucho calor y el
calor me pone pesimista. Ya me diréis vosotros.
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