Se
llamó para el siglo Antonia Gilabert Vargas, pero en el santoral del flamenco es conocida con el nombre de La
Perla de Cádiz. Nació en la ciudad más antigua de España en 1925 y se nos fue
en 1975 con tan sólo cincuenta años. Era hija de Rosa la Papera, gran cantaora
de bulerías, y tiene un puesto de honor junto a otros gaditanos como Beni de
Cádiz, Pericón de Cádiz o Aurelio Sellés. Cantó en los tablaos de Madrid (Los Canasteros,
Torres Bermejas, El Corral de la Pacheca o El Corral de la Morería), en los Gallos de Sevilla o en las Cuevas del Pájaro
Azul de su ciudad. Sin embargo, lo que os quiero contar es que un niño se
quedaba embelesado al oírla cantar; que ese niño era rubio y había nacido en la
Isla de San Fernando; que era gitano y que se llamaba José. Ya muchos habréis
caído en la cuenta de que ese niño, andando el tiempo y tras cantar en los
tranvías con su amigo Rancapino, se convertiría en el mítico Camarón de la
Isla. Ya se ve que en la vida, pese a lo que digan los malos pedagogos, influyen
muchos los buenos maestros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario