Roque Dalton, poeta salvadoreño, murió asesinado a
los cuarenta años, pero en esos cuarenta años, Roque nos brindó una escritura
diferente, unos poemas en los que quiso hacer poético el lenguaje cotidiano. Me
gusta Roque Dalton porque es un poeta que “huele a oveja”, que se mancha y que
no pasó por el mundo sin oler el asqueroso olor de los pobres. Me gusta Roque
Dalton porque tiene humor y e ironía y con sus sarcasmo desmonta esta sociedad
injusta (¿hubo alguna vez alguna sociedad justa en la historia?) Me gusta Roque
Dalton porque es políticamente incorrecto, porque experimentó con el lenguaje,
por que no buscaba el premio, sino el
dolor del hombre en una sociedad explotadora. Me gusta Roque Dalton porque los
de siempre lo encarcelaron y lo desterraron y lo intentaron acallar. Me gusta
Roque Dalton porque murió asesinado ya que su voz era molesta; porque no se casaba con ningún poder
establecido, porque denunciaba a los ricos, a los fariseos, a los hipócritas.
Me gusta Roque Dalton porque me recuerda a ese judío al que crucificaron hace
ya más dos mil años por no callarse, por ir contra los de siempre, por defender
a los pobres. Por todo eso me gusta Roque Dalton.
sábado, 29 de octubre de 2016
LAS CENIZAS DEL PAPA
De nuevo la voz del papa Francisco causa escándalo
por decir la verdad. ¡Qué mal están los tiempos cuando hay que demostrar lo
evidente! Resulta que, ante el
desconcierto que hay en la sociedad con el tema de las cenizas, el papa quiere
poner un poco de orden teniendo siempre como mira la dignidad del hombre, tanto
en su cuerpo, como en su alma. Nunca la Iglesia católica ha condenado al
cuerpo, es más, le da tanta dignidad como al alma y por eso, la Resurrección,
con Cristo y en Cristo, será con esa realidad misteriosa e incomprensible que
es el cuerpo glorioso. Ante de seguir, quiero quedar bien claro que el papa
habla para los católicos, es decir, que los no católicos pueden hacer con sus
cenizas lo que les pete o guste. Sale al paso al papa de las mil extrañas
maneras que últimamente hay para conservar a nuestros seres queridos: en fotografías
en las que usan las cenizas para “dibujar” al difunto; joyas de dudoso gusto
que ni el conde Drácula se pondría; esparcirlas por los sitios más
insospechados como campos de futbol o
plazas públicas. El papa nos recuerda que esas cenizas son polvo, sí, pero como
Quevedo dixit, “polvo enamorado”; que son los restos de un ser humano que
sintió, gozó y lloró; que esas cenizas son los restos de esas médulas que “ a todo un dios prisión han
sido”; que esas cenizas “tienen sentido” y que por tanto no se pueden repartir
entre los familiares como si tan sólo fueran un elemento mineral más. El papa
nos recuerda que hay sitios preparados para que nuestros seres queridos, y
nosotros mismos el día de mañana, attendamus
resurrectionem mortuorum ad resurgendum cum Christo. Eso es lo que recuerda
el papa, que defiende la dignidad del hombre desde antes de nacer hasta que ya
es ceniza, pulvis et umbra que dijo
Horacio. Eso, ya veis. Ni más, ni menos.
martes, 18 de octubre de 2016
JERONIMO DE ALDERETE
Jerónimo de Alderete y Mercado
nació en la villa de Olmedo, en el año de gracia de 1516, es decir, se han
cumplen este año quinientos años de su nacimiento y nos sé si alguien se ha
acordado de su persona. Hay un busto de tan ilustre caballero, que llegó a ser
Adelantado en las Indias, pero que murió sin poder volver a su Olmedo. Sin
embargo, no os seguiré contando más porque Alonso de Ercilla y Zúñiga, en un
par de octavas reales, hace más y mejor que yo podría hacer en toda la entrada
de blog. Ahí queden las octavas del canto XIII de La Araucana.
Gerónymo Alderete, Adelantado,
a quien era el gobierno cometido,
hombre en estas provincias señalado
y en gran figura y crédito tenido,
donde como animoso y buen soldado
había grandes trabajos padecido,
-no pongo su proceso en esta
historia,
que dél la general hará memoria-,
presente no se halla a tanta guerra
y a tales desventuras y contrastes;
mas con vos, gran Felipe, en
Inglaterra,
cuando la fe de nuevo allí
plantastes.
Allí le distes cargo desta tierra,
de allí con gran favor le
despachastes,
pero cortóle el áspero destino
el hilo de la vida en el camino.
Fue su llorada muerte asaz sentida,
y más el sentimiento acrecentaba
ver el gobierno y tierra tan
perdida,
que cada uno por sí se gobernaba.
Andaba la discordia ya encendida,
la ambición del mandar se
desmandaba;
al fin, es imposible que acaezca
que un cuerpo sin cabeza
permanezca.
Aquellos que de Chile habían venido
a pedir el socorro necesario,
viendo a su Adelantado fallecido
y todo a su propósito contrario,
con un semblante triste y afligido,
de parecer de todos voluntario,
piden a don Hurtado que se vea
y de remedio presto los provea,
diciendo: «Varón claro y excelente,
nuestra necesidad te es manifiesta,
y la fuerza del bárbaro potente
que tiene a Chile en tanto estrecho
puesta;
el más fuerte remedio es llevar
gente,
ésta ya puedes ver cuán cara
cuesta.
De parte de tu Rey te requerimos
nos concedas aquí lo que pedimos.
A tu hijo, ¡oh Marqués!, te
demandamos,
en quien tanta virtud y gracia
cabe,
porque con su persona confiamos
que nuestra desventura y mal se
acabe;
de sus partes, señor, nos
contentamos,
pues que por natural cosa se sabe,
y aun acá en el común es habla
vieja,
que nunca del león nació la oveja.
MANSURA
Había
leído de Félix de Azúa su Historia de un
idiota contada por él mismo, pero han pasado más de quince años desde esa
lectura y ya no recordaba bien cómo escribe Azúa. Por desgracia, Azúa “saltó a
la fama” por decir que Ada Colau debería estar en un puesto de pescado. Es
posible que así debiera de ser, pero digo lo de por desgracia porque es una
pena que un escritor con una buena carrera literaria a sus espaldas pase a las
noticias por una boutade. España es así, qué le vamos a hacer. El otro día, en
la entrada de La tienda de Lope, esa maravillosa librería de Javier Pérez
Lázaro, el librero de Olmedo, vi una novela histórica de Azúa, Mansura, y me
dije que quizás era el momento oportuno para retomar al escritor de Barcelona.
Me la compré y leí la obra que me parece
que es una confesión propia de la madurez como pérdida de la ilusión. Me
recuerda a El castillo de los tártaros
porque el joven que se va la cruzada del
rey Luis de Francia no es el anciano que dice “que ya no está para cruzadas”.
Mansura es una novela sobre cómo el ser humano se va desencantando de las
grandes obras y cómo ese desencanto es la vejez. Es también la novela que nos dice que las
grandes obras, vistas en perspectiva, no son tan grandes, que las grandes empresas
de la humanidad se empequeñecen con el punto de vista. Sin ser una obra
memorable, Mansura te hace pasar un buen rato. ¡Qué más podemos pedir!
CARTA AL MAESTRO AZORIN
Maestro Azorín, muchas gracias
por haber escrito esa novelita rosa maravillosa que es María Fontán (no hay géneros, hay escritores); por hacerme sentir
la Castilla de Maqueda en tan sólo una palabra; por llevarme de tu mano a París,
a ese San Julián el Pobre que tanto te gustaba y al que peregriné cuando estuve
en la ciudad del Sena; gracias por esta historia, contada a una marquesa en su
casa de El Viso; gracias por tu prosa que, aunque mal llamada apneica por
algunos, sigue siendo un ejemplo de buen castellano; gracias por los viajes que
me llenaste con tus historias en las que los zaguanes tenían cántaros que
rezumaban el frescor del agua y en las ciudades, al ponerse el sol, salían
monjas con carteras para cuidar enfermos. Y, sobre todo, maestro, gracias por
haberme dejado tus ojos para mirar el mundo, para mirar la iglesia de la Vera
Cruz en Segovia, esas ciudades en que las campanas suenan de noche, esas
tenerías por las que cruzan a sus mechinales los labrantines. Es tanto lo que
me habéis regalado en vuestra prosa, maestro Azorín, que no podré nunca
pagároslo. Sabed que tenéis mi incondicional admiración.
Suyo afectísimo
LUIS
RAFAEL SANCHEZ FERLOSIO, UN TIPO RARO
Rafael Sánchez Ferlosio escribe
muy bien y es, quizás, uno de los mejores escritores del siglo XX en España.
Incluso su “Jarama” me parece una buena novela, acertada al reflejar esa
situación de presión en la que se encuentran las parejas y cómo una de ellas
consigue escapar. En algunos aspectos, me recuerda a La caza de Saura, con ese espacio cerrado del que alguien pretende
escapar. De Las industrias y andanzas de
Alfanhuí, que tengo que releer, nada más deciros que es un libro de prosa
prodigiosa, cuasi divina. Repito, Ferlosio escribe bien, muy bien, pero por
razones misteriosas, a veces, le vienen unos silencios de muchos años y durante
esos años di galera nos priva de su
prosa por lo que, a primera vista, parece un capricho que, con todo mi respeto,
me parece hasta infantil. En El escudo de
Jotán se reúnen unos cuentos absolutamente magistrales, tan magistrales
como los que escribían sus compañeros generacionales (Aldecoa, Medardo Fraile o
Fernández Santos). No he entendido nunca lo que me parece una gran
contradicción y una gran injusticia: que un hombre que escribe tan bien no haya
dado de sí todo lo que hubiera debido dar. Sí, ya sé que están sus pecios, pero
Ferlosio me ha dejado siempre con el deseo de más. Y es que, lo repito por
tercera vez, es un gran escritor que, a lo mejor, no se lo acaba de creer.
MI TIO MIGUEL, EL DE BILBAO
Don Miguel de Unamuno, al que
últimamente frecuento poco, siempre me dio alegrías aunque, con los años, veo
al buen bilbaíno algo pesado, por ejemplo, en su Vida de don Quijote y Sancho. Sin embargo, en estas Tres novelas ejemplares y un prólogo,
está el mejor don Miguel, el Unamuno de novelas de pasión en donde se obvia la
descripción, en donde todo es acción, en donde todo son personajes “especiales”
que merecen comentario detallado y sereno. Don Miguel era hombre atormentado,
colega mío en lo del griego y hombre preocupado por España cuando era España y
no un estado plurinacional. Lleva conmigo tantos años que es como de la
familia, es mi tío Miguel el de Bilbao el hombre que quería otra España, pero
en serio, de verdad, sin engaños. Su angustia es mi angustia, sus dudas son mis
dudas, su dolor es mi dolor. Lo siento, pero lo releeré siempre que pueda.
JULIO LLAMAZARES, EL AMO DEL PERRO
Hacía tiempo que no leía a Julio
Llamazares, ese autor leonés al que tanto debo en mi novelilla de viajes, El camino del Duero, porque fue su viaje portugués el que me dio el tono
para escribir ese libro. El año pasado releí La lluvia amarilla y este año me he entregado a Historias de cine mudo, una visión de la infancia desde imágenes en
blanco y negro, las imágenes que vuelven a sus ojos en un pequeño trozo de papel
fotográfico que hace que Llamazares recuerde – y nos cuente- su infancia en un
pueblo cerca de Cistierna, en la montaña minera de León. Es bonito el libro y
creo que Llamazares no escribe tan mal como decía Paco Umbral que en su
Diccionario dice en la entrada de este escritor: Vive en Madrid y tiene un perro. Su prosa, aunque se la he notado
ahora en mi madurez más simple, con poco grado, se deja leer bastante bien e
incluso transmite emociones. El que haya vendido – y bastante- no indica que
estemos ante literatura mala. A mí me sigue gustando, quizás con el pero que os
decía antes, ese grado que me parece que ha bajado en la cuba de los años, pero
sigue siendo buena. No me arrepiento de haberlo leído ni en estos días
boecillanos ni en aquellos días abulenses en que la biblioteca era mi refugio y
mi patria.
¿PARSIFAL GAY?
De las cosas raras que he leído
este verano pasado la más rara es, sin duda, la peregrina teoría, ya apuntada
por otros en alguna otra ocasión, de que Parsifal era gay. Así, como lo oyen.
El casto necio salió del armario en su ópera homónima en el momento en que no
cedió ante los encantos de Kundry. En primer lugar, habría que decir que los
personajes son personajes y que, como tales, tan sólo conocemos una pequeña
parte de su vida. Parsifal rechaza a Kundry, pero eso es algo completamente
normal en alguien que había vivido en una completa inocencia que excluía
cualquier tipo de deseo carnal. El casto Parsifal no sabe responder ante los
estímulos de Kundry tan sólo porque no conoce el código, pues, educacionalmente,
estaba castrado. Seguro que los psiquiatras encuentran en sus consultas casos
de jóvenes con conductas semejantes a Parsifal y que, como él, han tenido una infancia con problemas físicos
en su aparato reproductor o con problemas psíquicos generados por mil causas que a veces no se llegan ni a
conocer. A Parsifal le pudo pasar en su infancia como al rey don Sebastián de
Portugal al que también se le ha hecho salir del armario, pero el pobre no
mantenía relaciones con mujeres porque, de pequeño, había sufrido en los
genitales unas curaciones muy dolorosas. Según Mercedes Fórmica, cuya estatua
ha retirado Kichi de las calles de Cádiz y que era una gran historiadora,
podría ser el Pastelero de Madrigal y , ante el hecho de que Gabriel de
Espinosa tuviera una hija que no cuadro con la neura de don Baltasar por el
sexo, argumenta que quizás, el mismo trauma de su herida en Alcazarquivir lo
pudo curar y ya en Madrigal era “hombre completo”. Pero me voy del tema con
esos excursus que tanto le gustaban a mi maestro don Antonio Ruiz de Elvira, y
tengo que deciros algo que considero que estos señores tan preocupados por la
sexualidad de Parsifal y que incluso, reflejando el personaje en el autor o
viceversa, también meten el armario a Wagner pensando que en la relación con Luis I de Baviera hubo “algo más que palabras”, y
no es otra cosa que Parsifal, sencillamente, quería conservar su castidad como
el casto José ante la mujer de Putifar. Y como tantos sacerdotes y religiosos
que se hacen eunucos por amor de Dios como dice San Pablo. Es curioso que en
esta sociedad que desborda de libertad sexual y en donde el ser hetero u homo
es una opción (¿Alguien puede elegir
su sexo?) no se tenga el más mínimo respeto por alguien que “opta” o elige la
castidad que sí que es una opción entre hacer o no hacer uso del aparto
reproductor. No creo que Wagner haya querido hacer un personaje Gary en
Parsifal, pero es tanta su grandeza que las lecturas son muy variadas. También
un día leí que El mago de Oz era una película gay y que todo Hollywood era un
inmenso invento del mundo rosa. Y luego dicen que algunos barremos para el
convento…
domingo, 2 de octubre de 2016
DON ANTONIO MAIRENA
Mi amigo Antonio, gran
aficionado al flamenco y profesor de Filosofía, lo llamaba el Hegel del flamenco
por esa capacidad de aglutinar en su persona y en su cante muchos palos
flamencos y cantarlos bien. Antonio Cruz García, don Antonio Mairena para el cante,
nació en Mairena del Alcor en 1909 y nos dejó en Sevilla en 19993. Fue una
enciclopedia del cante y un dignificador del mismo, sacando el cante de las fiestuquis
de señoritos amontillados y poniéndolo en su sitio, lejos de efluvios de vinazo
y eructos de aceituna. De su cante, poco se puede decir porque ya está dicho
todo, pero ahora que el “flamenquito” triunfa hay que volver más que nunca a
este Hegel y dejarse de esos Ruiz Zafones del flamenco que pululan por ahí. Así
sea.
FOSFORITO
En aquel viejo quiosco de Las
Delicias, justo enfrente de Las Jarillas, la finca en donde el rey Juan Carlos
pasó su infancia, había un disco de Fosforito y en aquella niñez tan feliz con
Javi y Pablito Gascó, cuyo padre era guarda del canal de Santillana y llevaba
un uniforme azul que era parecido al del
séptimo de caballería, su nombre me
llevaba a las cerillas. Cosas de niños. Más tarde, viajando con mi padre a El
Pardo, a los merenderos de Flora
Barragán o de Mingorrubio no faltaba el cante de este cordobés acompañado a la
guitarra de Paco de Lucía. Lo he seguido oyendo muchos años porque Fosforito es
un clásico del flamenco irrenunciable para cualquier aficionado. Nacido en 1932
en Puente Genil, tierra de los membrillos, Antonio Fernández Díaz ha ganado
todo lo ganable y más en premio flamencos y sigue, Deo gratias, inter nos. Su
voz aborda los cantes más variados con igual finura y precisión, precisión que
tomó de cuando cantaba para el baile. Ya no existe aquel quiosco de Maruja y
Pablo, pero el cante de Fosforito aún se oye en mi casa en estas tardes de
septiembre en que parece que todos volvemos al colegio.
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