sábado, 29 de octubre de 2016

ROQUE DALTON



Roque Dalton, poeta salvadoreño, murió asesinado a los cuarenta años, pero en esos cuarenta años, Roque nos brindó una escritura diferente, unos poemas en los que quiso hacer poético el lenguaje cotidiano. Me gusta Roque Dalton porque es un poeta que “huele a oveja”, que se mancha y que no pasó por el mundo sin oler el asqueroso olor de los pobres. Me gusta Roque Dalton porque tiene humor y e ironía y con sus sarcasmo desmonta esta sociedad injusta (¿hubo alguna vez alguna sociedad justa en la historia?) Me gusta Roque Dalton porque es políticamente incorrecto, porque experimentó con el lenguaje, por     que no buscaba el premio, sino el dolor del hombre en una sociedad explotadora. Me gusta Roque Dalton porque los de siempre lo encarcelaron y lo desterraron y lo intentaron acallar. Me gusta Roque Dalton porque murió asesinado ya que su voz era molesta;  porque no se casaba con ningún poder establecido, porque denunciaba a los ricos, a los fariseos, a los hipócritas. Me gusta Roque Dalton porque me recuerda a ese judío al que crucificaron hace ya más dos mil años por no callarse, por ir contra los de siempre, por defender a los pobres. Por todo eso me gusta Roque Dalton.

LAS CENIZAS DEL PAPA



De nuevo la voz del papa Francisco causa escándalo por decir la verdad. ¡Qué mal están los tiempos cuando hay que demostrar lo evidente!  Resulta que, ante el desconcierto que hay en la sociedad con el tema de las cenizas, el papa quiere poner un poco de orden teniendo siempre como mira la dignidad del hombre, tanto en su cuerpo, como en su alma. Nunca la Iglesia católica ha condenado al cuerpo, es más, le da tanta dignidad como al alma y por eso, la Resurrección, con Cristo y en Cristo, será con esa realidad misteriosa e incomprensible que es el cuerpo glorioso. Ante de seguir, quiero quedar bien claro que el papa habla para los católicos, es decir, que los no católicos pueden hacer con sus cenizas lo que les pete o guste. Sale al paso al papa de las mil extrañas maneras que últimamente hay para conservar a nuestros seres queridos: en fotografías en las que usan las cenizas para “dibujar” al difunto; joyas de dudoso gusto que ni el conde Drácula se pondría; esparcirlas por los sitios más insospechados como campos de futbol  o plazas públicas. El papa nos recuerda que esas cenizas son polvo, sí, pero como Quevedo dixit, “polvo enamorado”; que son los restos de un ser humano que sintió, gozó y lloró; que esas cenizas son los restos de  esas médulas que “ a todo un dios prisión han sido”; que esas cenizas “tienen sentido” y que por tanto no se pueden repartir entre los familiares como si tan sólo fueran un elemento mineral más. El papa nos recuerda que hay sitios preparados para que nuestros seres queridos, y nosotros mismos el día de mañana, attendamus resurrectionem mortuorum ad resurgendum cum Christo. Eso es lo que recuerda el papa, que defiende la dignidad del hombre desde antes de nacer hasta que ya es ceniza, pulvis et umbra que dijo Horacio. Eso, ya veis. Ni más, ni menos.

martes, 18 de octubre de 2016

JERONIMO DE ALDERETE


Jerónimo de Alderete y Mercado nació en la villa de Olmedo, en el año de gracia de 1516, es decir, se han cumplen este año quinientos años de su nacimiento y nos sé si alguien se ha acordado de su persona. Hay un busto de tan ilustre caballero, que llegó a ser Adelantado en las Indias, pero que murió sin poder volver a su Olmedo. Sin embargo, no os seguiré contando más porque Alonso de Ercilla y Zúñiga, en un par de octavas reales, hace más y mejor que yo podría hacer en toda la entrada de blog. Ahí queden las octavas del canto XIII de La Araucana.

Gerónymo Alderete, Adelantado,

a quien era el gobierno cometido,

hombre en estas provincias señalado

y en gran figura y crédito tenido,

donde como animoso y buen soldado

había grandes trabajos padecido,

-no pongo su proceso en esta historia,

que dél la general hará memoria-,

presente no se halla a tanta guerra

y a tales desventuras y contrastes;

mas con vos, gran Felipe, en Inglaterra,

cuando la fe de nuevo allí plantastes.

Allí le distes cargo desta tierra,

de allí con gran favor le despachastes,

pero cortóle el áspero destino

el hilo de la vida en el camino.

Fue su llorada muerte asaz sentida,

y más el sentimiento acrecentaba

ver el gobierno y tierra tan perdida,

que cada uno por sí se gobernaba.

Andaba la discordia ya encendida,

la ambición del mandar se desmandaba;

al fin, es imposible que acaezca

que un cuerpo sin cabeza permanezca.

Aquellos que de Chile habían venido

a pedir el socorro necesario,

viendo a su Adelantado fallecido

y todo a su propósito contrario,

con un semblante triste y afligido,

de parecer de todos voluntario,

piden a don Hurtado que se vea

y de remedio presto los provea,

diciendo: «Varón claro y excelente,

nuestra necesidad te es manifiesta,

y la fuerza del bárbaro potente

que tiene a Chile en tanto estrecho puesta;

el más fuerte remedio es llevar gente,

ésta ya puedes ver cuán cara cuesta.

De parte de tu Rey te requerimos

nos concedas aquí lo que pedimos.

A tu hijo, ¡oh Marqués!, te demandamos,

en quien tanta virtud y gracia cabe,

porque con su persona confiamos

que nuestra desventura y mal se acabe;

de sus partes, señor, nos contentamos,

pues que por natural cosa se sabe,

y aun acá en el común es habla vieja,

que nunca del león nació la oveja.

 

 

MANSURA



Había leído de Félix de Azúa su Historia de un idiota contada por él mismo, pero han pasado más de quince años desde esa lectura y ya no recordaba bien cómo escribe Azúa. Por desgracia, Azúa “saltó a la fama” por decir que Ada Colau debería estar en un puesto de pescado. Es posible que así debiera de ser, pero digo lo de por desgracia porque es una pena que un escritor con una buena carrera literaria a sus espaldas pase a las noticias por una boutade. España es así, qué le vamos a hacer. El otro día, en la entrada de La tienda de Lope, esa maravillosa librería de Javier Pérez Lázaro, el librero de Olmedo, vi una novela histórica de Azúa, Mansura, y me dije que quizás era el momento oportuno para retomar al escritor de Barcelona. Me la compré y leí la obra  que me parece que es una confesión propia de la madurez como pérdida de la ilusión. Me recuerda a El castillo de los tártaros porque el joven que se va  la cruzada del rey Luis de Francia no es el anciano que dice “que ya no está para cruzadas”. Mansura es una novela sobre cómo el ser humano se va desencantando de las grandes obras y cómo ese desencanto es la vejez.  Es también la novela que nos dice que las grandes obras, vistas en perspectiva, no son tan grandes, que las grandes empresas de la humanidad se empequeñecen con el punto de vista. Sin ser una obra memorable, Mansura te hace pasar un buen rato. ¡Qué más podemos pedir!

CARTA AL MAESTRO AZORIN



Maestro Azorín, muchas gracias por haber escrito esa novelita rosa maravillosa que es María Fontán (no hay géneros, hay escritores); por hacerme sentir la Castilla de Maqueda en tan sólo una palabra; por llevarme de tu mano a París, a ese San Julián el Pobre que tanto te gustaba y al que peregriné cuando estuve en la ciudad del Sena; gracias por esta historia, contada a una marquesa en su casa de El Viso; gracias por tu prosa que, aunque mal llamada apneica por algunos, sigue siendo un ejemplo de buen castellano; gracias por los viajes que me llenaste con tus historias en las que los zaguanes tenían cántaros que rezumaban el frescor del agua y en las ciudades, al ponerse el sol, salían monjas con carteras para cuidar enfermos. Y, sobre todo, maestro, gracias por haberme dejado tus ojos para mirar el mundo, para mirar la iglesia de la Vera Cruz en Segovia, esas ciudades en que las campanas suenan de noche, esas tenerías por las que cruzan a sus mechinales los labrantines. Es tanto lo que me habéis regalado en vuestra prosa, maestro Azorín, que no podré nunca pagároslo. Sabed que tenéis mi incondicional admiración.

Suyo afectísimo

LUIS

RAFAEL SANCHEZ FERLOSIO, UN TIPO RARO




Rafael Sánchez Ferlosio escribe muy bien y es, quizás, uno de los mejores escritores del siglo XX en España. Incluso su “Jarama” me parece una buena novela, acertada al reflejar esa situación de presión en la que se encuentran las parejas y cómo una de ellas consigue escapar. En algunos aspectos, me recuerda a La caza de Saura, con ese espacio cerrado del que alguien pretende escapar. De Las industrias y andanzas de Alfanhuí, que tengo que releer, nada más deciros que es un libro de prosa prodigiosa, cuasi divina. Repito, Ferlosio escribe bien, muy bien, pero por razones misteriosas, a veces, le vienen unos silencios de muchos años y durante esos años di galera nos priva de su prosa por lo que, a primera vista, parece un capricho que, con todo mi respeto, me parece hasta infantil. En El escudo de Jotán se reúnen unos cuentos absolutamente magistrales, tan magistrales como los que escribían sus compañeros generacionales (Aldecoa, Medardo Fraile o Fernández Santos). No he entendido nunca lo que me parece una gran contradicción y una gran injusticia: que un hombre que escribe tan bien no haya dado de sí todo lo que hubiera debido dar. Sí, ya sé que están sus pecios, pero Ferlosio me ha dejado siempre con el deseo de más. Y es que, lo repito por tercera vez, es un gran escritor que, a lo mejor, no se lo acaba de creer.

MI TIO MIGUEL, EL DE BILBAO




Don Miguel de Unamuno, al que últimamente frecuento poco, siempre me dio alegrías aunque, con los años, veo al buen bilbaíno algo pesado, por ejemplo, en su Vida de don Quijote y Sancho. Sin embargo, en estas Tres novelas ejemplares y un prólogo, está el mejor don Miguel, el Unamuno de novelas de pasión en donde se obvia la descripción, en donde todo es acción, en donde todo son personajes “especiales” que merecen comentario detallado y sereno. Don Miguel era hombre atormentado, colega mío en lo del griego y hombre preocupado por España cuando era España y no un estado plurinacional. Lleva conmigo tantos años que es como de la familia, es mi tío Miguel el de Bilbao el hombre que quería otra España, pero en serio, de verdad, sin engaños. Su angustia es mi angustia, sus dudas son mis dudas, su dolor es mi dolor. Lo siento, pero lo releeré siempre que pueda.

JULIO LLAMAZARES, EL AMO DEL PERRO



Hacía tiempo que no leía a Julio Llamazares, ese autor leonés al que tanto debo en mi novelilla de viajes, El camino del  Duero, porque fue   su viaje portugués el que me dio el tono para escribir ese libro. El año pasado releí La lluvia amarilla y este año me he entregado a Historias de cine mudo,  una visión de la infancia desde imágenes en blanco y negro, las imágenes que vuelven a sus ojos en un pequeño trozo de papel fotográfico que hace que Llamazares recuerde – y nos cuente- su infancia en un pueblo cerca de Cistierna, en la montaña minera de León. Es bonito el libro y creo que Llamazares no escribe tan mal como decía Paco Umbral que en su Diccionario dice en la entrada de este escritor: Vive en Madrid y tiene un perro. Su prosa, aunque se la he notado ahora en mi madurez más simple, con poco grado, se deja leer bastante bien e incluso transmite emociones. El que haya vendido – y bastante- no indica que estemos ante literatura mala. A mí me sigue gustando, quizás con el pero que os decía antes, ese grado que me parece que ha bajado en la cuba de los años, pero sigue siendo buena. No me arrepiento de haberlo leído ni en estos días boecillanos ni en aquellos días abulenses en que la biblioteca era mi refugio y mi patria.

¿PARSIFAL GAY?


De las cosas raras que he leído este verano pasado la más rara es, sin duda, la peregrina teoría, ya apuntada por otros en alguna otra ocasión, de que Parsifal era gay. Así, como lo oyen. El casto necio salió del armario en su ópera homónima en el momento en que no cedió ante los encantos de Kundry. En primer lugar, habría que decir que los personajes son personajes y que, como tales, tan sólo conocemos una pequeña parte de su vida. Parsifal rechaza a Kundry, pero eso es algo completamente normal en alguien que había vivido en una completa inocencia que excluía cualquier tipo de deseo carnal. El casto Parsifal no sabe responder ante los estímulos de Kundry tan sólo porque no conoce el código, pues, educacionalmente, estaba castrado. Seguro que los psiquiatras encuentran en sus consultas casos de jóvenes con conductas semejantes a Parsifal y que, como él,   han tenido una infancia con problemas físicos en su aparato reproductor o con problemas psíquicos generados  por mil causas que a veces no se llegan ni a conocer. A Parsifal le pudo pasar en su infancia como al rey don Sebastián de Portugal al que también se le ha hecho salir del armario, pero el pobre no mantenía relaciones con mujeres porque, de pequeño, había sufrido en los genitales unas curaciones muy dolorosas. Según Mercedes Fórmica, cuya estatua ha retirado Kichi de las calles de Cádiz y que era una gran historiadora, podría ser el Pastelero de Madrigal y , ante el hecho de que Gabriel de Espinosa tuviera una hija que no cuadro con la neura de don Baltasar por el sexo, argumenta que quizás, el mismo trauma de su herida en Alcazarquivir lo pudo curar y ya en Madrigal era “hombre completo”. Pero me voy del tema con esos excursus que tanto le gustaban a mi maestro don Antonio Ruiz de Elvira, y tengo que deciros algo que considero que estos señores tan preocupados por la sexualidad de Parsifal y que incluso, reflejando el personaje en el autor o viceversa, también meten el armario a Wagner pensando que en la relación con Luis  I de Baviera hubo “algo más que palabras”, y no es otra cosa que Parsifal, sencillamente, quería conservar su castidad como el casto José ante la mujer de Putifar. Y como tantos sacerdotes y religiosos que se hacen eunucos por amor de Dios como dice San Pablo. Es curioso que en esta sociedad que desborda de libertad sexual y en donde el ser hetero u homo es una opción     (¿Alguien puede elegir su sexo?) no se tenga el más mínimo respeto por alguien que “opta” o elige la castidad que sí que es una opción entre hacer o no hacer uso del aparto reproductor. No creo que Wagner haya querido hacer un personaje Gary en Parsifal, pero es tanta su grandeza que las lecturas son muy variadas. También un día leí que El mago de Oz era una película gay y que todo Hollywood era un inmenso invento del mundo rosa. Y luego dicen que algunos barremos para el convento…



domingo, 2 de octubre de 2016

DON ANTONIO MAIRENA



Mi amigo Antonio, gran aficionado al flamenco y profesor de Filosofía, lo llamaba el Hegel del flamenco por esa capacidad de aglutinar en su persona y en su cante muchos palos flamencos y cantarlos bien. Antonio Cruz García, don Antonio Mairena para el cante, nació en Mairena del Alcor en 1909 y nos dejó en Sevilla en 19993. Fue una enciclopedia del cante y un dignificador del mismo, sacando el cante de las fiestuquis de señoritos amontillados y poniéndolo en su sitio, lejos de efluvios de vinazo y eructos de aceituna. De su cante, poco se puede decir porque ya está dicho todo, pero ahora que el “flamenquito” triunfa hay que volver más que nunca a este Hegel y dejarse de esos Ruiz Zafones del flamenco que pululan por ahí. Así sea.


FOSFORITO



En aquel viejo quiosco de Las Delicias, justo enfrente de Las Jarillas, la finca en donde el rey Juan Carlos pasó su infancia, había un disco de Fosforito y en aquella niñez tan feliz con Javi y Pablito Gascó, cuyo padre era guarda del canal de Santillana y llevaba un uniforme azul que era parecido  al del séptimo de  caballería, su nombre me llevaba a las cerillas. Cosas de niños. Más tarde, viajando con mi padre a El Pardo,  a los merenderos de Flora Barragán o de Mingorrubio no faltaba el cante de este cordobés acompañado a la guitarra de Paco de Lucía. Lo he seguido oyendo muchos años porque Fosforito es un clásico del flamenco irrenunciable para cualquier aficionado. Nacido en 1932 en Puente Genil, tierra de los membrillos, Antonio Fernández Díaz ha ganado todo lo ganable y más en premio flamencos y sigue, Deo gratias, inter nos. Su voz aborda los cantes más variados con igual finura y precisión, precisión que tomó de cuando cantaba para el baile. Ya no existe aquel quiosco de Maruja y Pablo, pero el cante de Fosforito aún se oye en mi casa en estas tardes de septiembre en que parece que todos volvemos al colegio.