En los años
por los que yo estudiaba en Madrid, allá por los años ochenta del siglo pasado,
las traducciones de la Ilíada que teníamos a mano eran dos: la de José Alsina
en los Clásicos Planeta y la de Segalá en Austral. Andaba también la de
Emiliano Aguado en Edaf y creo que poco más porque García Calvo no había
terminado la suya en verso y Emilio Crespo Güemes no había terminado tampoco la
suya. Quedaban estas dos grandes traducciones que nos reservaba el siglo XXI y,
recuerdo ahora, que sí que estaba la de
López Eire que debió de salir por el año
1989, es decir, aun año antes de que acabáramos la carrera la gente de la
promoción 1985-1990. Pues sobre esto quisiera contaros una anécdota.
Resulta
que mi buen amigo Vicente Calvo, profesor en la Rey Juan Carlos en el día de
hoy, le pidió a los reyes una traducción de la Ilíada y los Reyes, que, poco versados, según el parecer de aquellos estudiantes
imberbes que éramos, le trajeron la de Segalá. Recuerdo cómo mi buen amigo se
quejaba de que le habían traído “ la traducción de Segalá” a la que
considerábamos una mala traducción.
Han
pasado los años y la opinión mía sobre
esta traducción- la de Vicente Calvo la desconozco, pero ya le preguntaré- ha
cambiado sustancialmente: la traducción de Segalá es magnífica, ajustada la
texto y con un castellano bellísimo porque no porque se tenga como lengua materna el
catalán hay que desconocer el castellano. García Gual - no hace mucho lo leía, lo alaba sin
remilgos.
Segalá
y Estallella era barcelonés, amigo de Prat de la Riba y profesor en Sevilla y
en Barcelona. Los de Esquerra Republicana seguro que ni lo han leído, pero les
convendría tomar ejemplo.
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