De las
múltiples guerras que españoles y portugueses hemos tenido, hay una de la que
quiero hablaros: La Guerra de los Siete años en la que los portuguesas y
nosotros participamos, siguiendo a los
respectivos “jefes”, en diferentes bandos.
Portugal, que siempre, desde Aljubarrota, ha tenido como aliado a los ingleses,
iba con ellos en esta guerra y nosotros que teníamos a un rey Borbón íbamos,
como es de suponer, con los
franceses. Y de ellos recibimos la orden
de invadir Portugal y un antepasado de los Alba, un marqués de Sarria, don
Nicolás de Carvajal, cruzó la frontera con veintidós mil hombres con la idea de
tomar Oporto. Cruzó por Miranda pues la operación militar comenzaba por la toma
de Tras-os –Montes. Corría el año de 1762 y don Nicolás llegó hasta el Duero,
lo cruzó y se enfrentó a los mirandeses que, al principio perdían su ciudad.
Sin embargo, el marqués pronto sería
expulsado de tan hermosa ciudad portuguesa porque un menino se puso al frente de las tropas portuguesas y nos dio a los
españoles hasta en el cielo del paladar. Como suele ocurrir, el menino, una vez acabada la batalla,
desapareció y los mirandeses lo atribuyeron al Niño Jesús. Y como le vieron
vestido con su casaquita y su sombrero de copa, aquel menino se convirtió en O menino Jesús da Cartolinha que se venera
en la catedral mirandesa y que, junto a él, guarda un nutrido ajuar de ropas
entre las que no falta la capa tradicional mirandesa. Es más, o Menino es
mariscal de campo y tiene la condecoración más alta del estado portugués: la
Cruz de Santiago à Espada.
Hace
años, en aquel libro mío, del El Camino Duero,
ya conté in extenso sobre este menino que nos sigue esperando con su carita de
buena persona en la catedral de Miranda y en forma de figurita de barro en las
muchas tiendas que se abren en la ciudad portuguesa.
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