Dejadme que os cuente una historia curiosa. Resulta que Alcibíades, el guapo oficial de Atenas allá por la Guerra del Peloponeso, discípulo de Sócrates y que lo mismo estaba con los suyos que se pasaba a Esparta o los persas, tenía un perro y un día, en mitad del ágora, le cortó el rabo. Todos los presentes empezaron a hablar de la acción del político y general y uno de los presentes, más atrevido que los demás, se acercó hasta él y le preguntó: “Alcibíades, ¿por qué le has cortado el rabo al perro? Y el guapo oficial de Atenas le respondió: “Porque mientras hablan de mi perro no hablan de los abusos, arbitrariedades y corrupciones de mi gobierno”. La verdad, no sé por qué, pero a mí esta historia me recuerda a alguien y no de Atenas
precisamente.
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