Hay
una escena de la lista de Schindler e la que don Óscar está en la cárcel por
haber besado a una judía. Un oficial nazi que comparte la celda le pregunta:
¿”Y no se le ha caído la picha?” Pido perdón por la ordinariez, pero es que
cuadra con lo que os quiero contar: que he leído a Antonio Muñoz Molina y no
sólo no se me ha caído nada, sino que me ha gustado. La novela, primera que leo
de este autor jienense, ha sido El dueño
del secreto y me ha encantado cómo Muñoz Molina va mostrando ese Madrid de
finales del franquismo en donde un personaje, Ataúlfo Ramiro Retamar, deslumbra
a un pobre chico provinciano que se ha ido a Madrid para estudiar periodismo.
El tal Ataúlfo vive en un mundo de lujo, de cabarets, de mujeres, de
restaurantes que deja loco al pobre pueblerino que mora en una pensión con su
amigo Ramonazo, como él venido de un pueblo del “sur profundo” y firme defensor
de Mao. El protagonista corre delante de los grises, vive el mundo de la
clandestinidad y hasta participa en un complot militar que tiene, como el de
Portugal, el fin de proclamar una República en España y traer la democracia. Y
es que el tal Ataúlfo es un dirigente anarquista de primera línea.
El
pobre chico de pueblo, asombrado por la vida del prócer – que nada tiene que
ver con lo que predica-, llega a creer
que esa vida es una máscara que Ataúlfo se pone para que no lo descubran.
En
fin, no os cuento más. La novela es breve y está llena de un sentido del humor
muy fino que hace las delicias del lector como decían los críticos literarios
de hace años. No sabemos si la “conjuración “fue real o si todo fue un engaño,
pero no importa porque el muchacho se lleva para su pueblo el gran secreto: la
vida maravillosa e increíble que pasó en aquel Madrid de los setenta de la mano
de aquel ser maravilloso que se llamaba Ataúlfo Ramiro Retamar.
Por
cierto, la edición que he leído es la que veis en la foto, una antigua que venía
con el ABC.