Este
mes de junio pasado me releí esa maravilla de libro que es el Nostalgiario andaluz de ese poeta del
grupo Cántico que fue Mario López, el labrador de Bujalance. Muchas son las
maravillas de las que trata Mario López en este libro chiquito pero que es muy
grande. A mí, me gusta ese capitulito que titula “ La gotera del guadarnés” del
que os copio un fragmento:
“Recordarás las primeras tormentas de
septiembre al cobijo de aquellos inefables graneros del “palacio”, donde los
más audaces y sugestivos sueños de tu infancia tuvieran lugar bajo sus techos y
altos zaquizamines. (…) Hilaban su salterio de agua triste las gárgolas por sus
dentadas fauces de dragón de hojalata, salpicando las losas de piedra de
Porcuna, que aceraban las calles, y en aquella gotera del guadarnés sonaba
distinta la memoria del verano ya herido por el presentimiento del cercano
retorno al Instituto-Escuela- diverso y simultáneo mundo tuyo de entonces-, con
su olor de recientes barnices y sus clases, abiertas a los rojos ponientes del
Retiro… (…)”
Explico que zaquizamí es un desván y
que el niño Mario, al acabar el verano , tenía que volver a su colegio
matritense. Toda la pena del mundo se resumía en la gotera del guadarnés. En
esta tarde del primero de julio, yo también escucho otras goteras en lejanos
guadarneses que me anuncian de otros regresos, de algunas huidas, de algunas
marchas hacia aquellos puertos en los que habitaba la luz del mediodía. Cosas
de poetas.
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