Narcís Comadira nació en Gerona
en 1942. Cuando un servido anduvo por Gerona, allá por los años ochenta, esa
ciudad catalana lo impresionó con mucha fuerza. Las escalinatas de la catedral,
la torre de san Félix o el paso del Ter, con sus casas que miran al río y se
protegen del sol con persianas verdes, son algunos recuerdos de una ciudad de
la que luego leería el Carrer estret
de mi queridísimo Josep Pla i Casadevall. Gerona surge en mi mente como una
ciudad con humo en las calles en las mañanas frías del invierno y con alguna
florecilla brotando en sus parques en los días de febrero; una ciudad de
campanas y de clérigos con breviario y de novios paseando en los parques de la
primavera. (Me está quedando un poco sensiblero, pero qué le vamos a hacer).
Afortunadamente, para compensar mi mala prosa está la buena poesía de Comadira
de la que os dejo un ejemplo: el poema que canta Miguel Poveda, el gran cantaor
flamenco de Barcelona. Para que luego vengan que si los charnegos y su falta de
integración en lo catalán. En fin…
BOCA SECA
Hem cridat fins a no poder més:
la pau, la pau,
la pau i la justícia.
Justícia i llibertat
fins a no poder més.
Hem cridat fins a no poder més
que ens molestaven tantes estructures
immòbils,
tants papers, tantes lleis,
la gàbia que empresona
fins a no poder més.
Hem cridat fins a no poder més,
fins a no poder més.
Tenim la boca seca.
la pau, la pau,
la pau i la justícia.
Justícia i llibertat
fins a no poder més.
Hem cridat fins a no poder més
que ens molestaven tantes estructures
immòbils,
tants papers, tantes lleis,
la gàbia que empresona
fins a no poder més.
Hem cridat fins a no poder més,
fins a no poder més.
Tenim la boca seca.
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