La lectura de Ramón de Garciasol me lleva al Liceo Caracense
en donde, hace ya unos años, me presenté a unos exámenes. En aquel Instituto,
de bello patio y más bellos azulejos, pasé algunas mañanas y en un rincón había
una placa en la que se daba cuenta de que en sus aulas había estudiado Ramón de
Garciasol, el autor alcarreño que escribió, entre otras, su Diario de un trabajador, y éste Correo hacia la muerte, unas cartas que
el poeta dirige a gentes que conoció pero que ya pasaron al reino del Hades.
Garciasol, hombre del campo alcarreño que llegó a estudiar en tan hermoso
centro, nos cuenta con emoción de esos poetas que él conoció, unos más famosos
y otros menos. Este libro, publicado como tantos otros en aquella maravillosa
Colección Austral, me ha hecho conocer a dos poetas de los que os hablaré en el
futuro, cuando lea sus libros que ahora reposan en mi lista de espera. Ahí
tengo a Jorge Moya y a uno de Bargas, Toledo. Seguro que el amor que Garciasol
les tenía ha superado el Leteo y ha llegado hasta ellos. A veces, no todo está
perdido.
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