martes, 31 de enero de 2017

CARTA SIN RESPUESTA A DONALD TRUMP




Estimado Mr. Trump:

                            No me importa si ya ha abierto usted esa página en español en la web de la Casa Blanca o si sigue cerrada, pero sí me importa que sepa usted, bárbaro grosero y casposo, algunas cosas, que desconoce: mire usted, Mr. Trump, esa lengua que usted desprecia no ha llegado a los EEUU por medio de chicanos y espaldas mojadas, - esos seres a los que usted desprecia, pero de los que se aprovecha para el trabajo que no quieren hacer los americanos de pura cepa; si hubiera llegado con ellos, tampoco sería para despreciarla, pero es que esa lengua está en el territorio de los EEUU muchos años antes de que los emigrantes del Mayflower llegaran a las costas de la futura potencia mundial. El español estaba en esas tierras que ustedes se llevaron de calle cuando México firmó el Tratado de Guadalupe- Hidalgo y tuvo que entregar la mitad del país a los Estados Unidos. En esa lengua que usted desprecia, muchos antes de que llegaran colonos ingleses, se escribieron libros inmortales que usted ni ha leído ni leerá porque no lee ni la buena literatura – muy buena sería mejor- de su propio país. La verdad, no lo imagino leyendo a Willa Cather porque lo suyo parece que es la revista del colorín de supermercado de Oklahoma. Tampoco despreciaba usted esa lengua cuando Mexico era – y por desgracia, es- el corral de los americanos, el país para vender los electrodomésticos, el mercado para colocar los productos de los almacenes saturados de sus fábricas. ¿Ha pensado alguna vez por qué cruzan la frontera, ésa que usted quiere tapiar los emigrantes mejicanos? Seguro que recuerda a James Dean, un actor y no lo que usted hace en las películas en las que le han dejado actuar por la pasta que tiene y la caradura que le echa al asunto, cuando decía una frase lapidaria: cuando alguien tiene mucho, es porque se lo ha quitado a otro. Escuche a Dean y piense que quizás usted y su país son tan ricos porque han practicado desde Monroe una política de rapiña continuada. Obama fue una excepción a la regla, pero usted, en el poco tiempo que lleva en el poder, la confirma a cada segundo.

         No me importa si no me lee. Como John Ballan, aquel gallego que se fue hasta la casa Blanca y se encontró las verjas cerradas, le diré que “usted se lo pierde”. No le envidio en nada, Mr. Trump. Es usted el rico Epulón y yo soy el pobre Lázaro, pero con dignidad y con una cultura de trece siglos que me aporta mi lengua castellana. Usted siga con su mujer – Barbie, con sus hamburguesas del Burri King y con ese tupé teñido que le hace ser el más hortera al norte del río Grande. Creo que no tiene remedio. Dixi.

RUIDO DE FONDO



Ruido de fondo, ruido que suena en nuestra vida con el paisaje que se nos va haciendo habitual con el paso de los años. Ruido de fondo, que como el tráfico en las autopistas, conforma el paisaje sonoro de muchos millones de personas. Ruido de fondo que, si nos faltara, lo extrañaríamos como algo de nuestra casa. Ruido de fondo que los protagonistas de esta novela quieren quitarse de en medio como sea: con pastillas extrañas inventadas por un no menos extraño investigador. Ruido de fondo que dejaremos de oír cuando nos sumerjamos en él, en ese magma oscuro y denso al que llaman muerte. Ruido de fondo es la novela de Don Delillo, novelista norteamericano que, en esta novela, refleja de manera sensacional la sociedad americana de finales del siglo XX, una sociedad neurótica porque no acepta que ese ruido de fondo es el reverso del ruido de la  vida. Ruido de fondo, una novela que os recomiendo.

LA LUZ DE CARTAGENA EN LOS OJOS DE CARMEN CONDE


Hace algunos años, allá por los ochenta, se inauguró en Laguna de Duero un parque dedicado a Carmen Conde, poetisa cartagenera, que por aquellos días estaba de moda. Supongo que iría el alcalde, que alguien leyó unos versos, y que el concejal de cultura, que se había dejado la barba nada más saber de su nombramiento como tal, diría algunas palabras buscadas con presura en alguna enciclopedia (os recuerdo que no existía Internet por aquellos dichosos días). Ahí sigue el parque treinta años después, pero ¡qué poco o qué nada se oye hablar de Carmen Conde!. No corren buenos tiempos para la poesía y menos para una poesía métrica, cuidada, elaborada, digna, buscadora de la belleza, de la cartagenera. Lo entiendo, pero, cuando paso por ese parque, siento un punto de pena por ver en qué terminan las vanidades humanas, o sea, las obras culturales de los Ayuntamientos. Aquel parque nada dice a las generaciones actuales, creado por aquellos próceres, cuya afición a la poesía es nula. Sin embargo, su presencia me reconforta porque al verlo, pienso que non omne morietur, si es que Horacio me deja cambiar su verso y que, por lo menos, en el recuerdo de algunos brillará, aunque sea por un momento, un verso de aquella mujer que llevaba en su corazón la luz del Levante.

Ausencia del amante

He vuelto por el camino sin hierba.
Voy al río en busca de mi sombra.
Qué soledad sellada de luna fría.
Qué soledad de agua sin sirenas rojas.
Qué soledad de pinos ácidos errantes...
Voy a recoger mis ojos
abandonados en la orilla.


 



domingo, 22 de enero de 2017

LA BISNIETA DE MAHLER



Don Gustav Mahler, al que tanto quiero y tanto sigo, se casó con Alma Schindler, gran pianista y buena compositora a la que Gustav no permitió componer. Alma, mujer ilustrada, escribió un libro sobre Mahler que es una maravilla de prosa y se volvió a casar, tras la muerte de Gustav con Walter Gropius, creador de la Bauhaus, del que las malas lenguas dicen que ya estaba con él antes de que muriera el compositor y que fue el disgusto de saber a su Alma con Gropius lo que llevó a la tumba al bueno de Gustav. Sin entrar en más detalles, pasamos a hablar de las dos hijas del matrimonio, Marie Anna (Putzi) que muere a los cinco años tras componer su padre los Kindertotenlieder, algo que Alma nunca le perdonó pues había tentado a las muerte de forma irreverente, y Anna Justine Mahler que fue una conocida escultora y que se casó con Anatole Fistoulari, conocido director de orquesta ucraniano, pero nacionalizado británico, con el que tuvo en 1943 a Marina Havilec-Fistoulari que vive en la actualidad y que se ha casado dos veces: una con Paul Glass y la segunda con Milan Havlicek padre de Sasha Alexandra Zdraska Havlicek que, si no me equivoco, es bisnieta de Mahler. Como os regalo la foto, no hace falta explicar nada más.La bisnieta tiene cuarenta y un años (nació en 1975) y creo que su bisabuelo no le pondría ninguna pega. Al menos nosotros no se la ponemos, don Gustav.

domingo, 15 de enero de 2017

EL ANTÍDOTO CONTRA PEQUEÑECES







Ya conocéis mi gran admiración por don Juan Valera, ese señorito cordobés que escribía como los ángeles. Y don Juan, en una carta fingida de Currita, la protagonista de Pequeñeces, al padre Coloma, expresa su opinión por la novela que se resume en estas famosas palabras:


Y aquí viene bien, en mi sentir, el hacer notar el capital error de usted. Ha querido usted crear algo del género epiceno, y ha salido del género neutro. Ha pensado usted, novelista y misionero a la vez, divertir y aterrar; escribir un libro de pasatiempo que fuera sermón también; una novela-sátira; y las extraordinarias facultades de usted se han neutralizado; y ha resultado que la novela hubiera sido mejor sin ser sátira; y la sátira, mejor sin ser novela; y el sermón, retemejor si no hubiera sido ni novela ni sátira.


Unas líneas más abajo, don Juan, siempre por boca de Currita,  le dice a Coloma:


Aquí huele mal, dice usted; pero en vez de echar sahumerios y derramar desinfectantes, agita usted y revuelve la inmundicia con el palito de la pluma para que el hedor llegue a todas las narices, y ya brote en ellas el clavel que supone usted que va a salir del estiércol, ya aparezca algo de más sólido y puntiagudo.


Don Juan lucha también contra la idea de que Madrid sea una Babilonia:


Traigo aquí el sucedido, no para mover lástima -Dios nos libre, como dice el primer gran novelista del mundo, de que nadie nos tenga lástima-, sino para que se perciba lo ocasionadas que son ciertas pinturas y ciertas declamaciones a fomentar el odio a los ricos en los pobres y menesterosos, y en el vulgo de las provincias el falso concepto de que Madrid es una Síbaris o una Babilonia, levantada a costa del resto de España; un foco de corrupción y una Jauja, donde se come, se bebe y no se trabaja, en teniendo un poco de travesura.


Y, desde luego, no tiene desperdicio esta “andaluza” puya que le manda al padre Coloma:


No se le aparece usted como buen pastor, que procura llevar al redil las ovejas descarriadas, sino como cura-torero que, remangada la sotana, va clavando en los pescuezos, a guisa de banderillas, sendos ejemplares de su libro.


 


Leeos la novela del padre Coloma, pero, después, bebeos como antídoto esta carta de Currita a don Luis. Es más que necesaria.

MI FIDEL CASTRO




El año pasado se murió Fidel Castro y, para no mezclar mi humilde voz con la de tantos sabios y tantos oportunistas que hablan a humo de pajas, he dejado que transcurriera un tiempo prudencial. Os quiero decir,  en primer lugar, que, para mí, Cuba era una dictadura que tendría que haber pasado a ser una democracia hace muchos años. En segundo lugar, que los cubanos que protestan del régimen desde Miami subidos en descapotables de lujo me revuelven el estómago: no los puedo soportar. En tercer lugar que admiro al Fidel de los barbudos, al guerrillero de Sierra Maestra, al hombre que cerró el burdel americano que era Cuba. Pero veamos, si os perece, un poco de la historia de Cuba. Española hasta 1898 y robada con engaños por los Estados Unidos, Cuba fue declarada independiente en 1902, el año en que nació Nicolás Guillén, pero en su constitución se escondía la Enmienda Platt, esa que les daba derecho a intervenir a los yanquis para “garantizar la independencia de Cuba”. No se pude ser más cínico porque esta enmienda lo que garantizaba era la injerencia de los Estados Unidos en Cuba cuando, como y donde les diera la real gana. De nada sirvió que la enmienda se anulara en 1934 porque los americanos seguirían mandando económicamente en la isla caribeña. Cuba era el casino, el burdel, al que acudían los turistas yanquis para gastar su exceso proteínico. Y así lo siguió siendo con los distintos gobiernos que no fueron sino consentidores del poder yanqui. Pero “se acabó la diversión, llegó el Comandante y los mandó a callar” canta Carlos Puebla. Y a mí me enloquece ese Fidel que mandó a callar a los americanos, que quiso dar a Cuba una dignidad que había perdido, que puso a las putas y a los chulos a estudiar en las escuelas. Pero la revolución acaba, como Cronos, devorando a sus hijos y Fidel, con el tiempo, le hizo guiños a otra dictadura mayor, la de la URSS. Y él mismo devino en dictador. Pero a mí que no me quiten al Fidel que limpió Cuba de turistas con ganas de mojito. Lo siento, peo es, para mí,  un ídolo.

CASA AJENA




Hay joyas literarias impagables a las que llegas por casualidad. Creo que fue donde Miguel, en Sandoval, en donde encontré Casa ajena de Silvio D’Anzo, pseudónimo de Ezio Comparini, el escritor italiano de Reggio Emilia que tan sólo contó con treinta y dos años para hacerse esta pregunta de la que trata su librito. La mujer, la pobre mujer aldeana, la pobre Zerlina, le pregunta al cura una pregunta sencilla, muy sencilla, pero de muy difícil respuesta. Tan difícil que el buen párroco, que tantos años lleva en el pueblo, no la va a saber contestar. Lo malo es que esa pregunta nos la hemos hecho todos alguna vez en medio del cansancio del día a día, en medio de la amargura de una vida sin sentido, en los “arqueos de caja” que a ciertas edades nos hacemos. El pobre cura de esta aldea de los Alpes no supo qué responder y se quedó en la soledad de la palabra que, según el traductor y autor del postfacio, José Á. González Sainz, es la mayor de todas. ¿Tenemos nosotros respuesta o habitamos en la soledad sonora del silencio?


sábado, 7 de enero de 2017

UN LIBRUCO SOBRE BEATO


Me he metido entre pecho y espalda este libruco sobre  Beato de Liébana que ha escrito un  medico radiólogo de Santander que se llama Roberto Lavín Bedia y, si el doctor Lavín revisa con tanta minuciosidad las radiografías de sus pacientes, están éstos de enhorabuena porque Lavín Bedia hace un estudio detallado, no sólo de la figura de Beato, el monje de Aniezo, sino de la circunstancia política e histórica en la que vivió. En mi Antifonario de la Liébana, libro que apenas ha leído nadie, pero que merece la pena leer, tengo un poema sobre Beato y Adosinda, la reina astur que se enclaustró a la muerte de su esposo, el rey Silo, aquél que se llevó a Pravia la corte. Sin embargo, de lo que quiero hablaros es de la tesis principal de este libro: Beato fue un personaje fundamental no sólo para la religión católica con su defensa de la verdadera naturaleza filial de Jesucristo frente al adopcionismo de Elipando que era más políticamente correcto con el invasor musulmán, sino también para la cultura occidental pues, gracias a él, Santiago se convirtió en patrón de las Españas bien es cierto que porque le interesaba a Alfonso II fortalecer su poder, pero no vamos a entrar en detalles y diré tan sólo que así fue. Y tras Santiago vino su camino y por aquel camino nos vinieron los monasterios y por esos monasterios la cultura del Románico y el Gótico y hasta el vino que bebemos en las comidas. Y claro, al final de ese camino nació una ciudad que, si es lo que es hoy en día, se lo debe a que alguien “encontró” la tumba del apóstol en aquel Campus Stellae ( no entro en el detalle de que si lo que vieron fue un fuego fatuo y, de ahí, de comburere, vendría Compostela porque le daría una alegría al parvo del alcalde compostelano). Y vinieron peregrinos, y se construyó una catedral, y una universidad y hasta vino la tuna y el señor que vende el pajarito en la plaza del Obradoiro al que conozco desde mi más tierna infancia. ¡A ver si ya se entera de una vez el ya mencionado alcalde compostelano y acude, aunque sea por educación, a la Misa del santo! Y si no, pues que desmonte el chiringuito y regresemos todos al basurero. Dixit.



MARCOS ANA


De la sombra brota la luz y la luz se hace libre en el aire. Así, Marcos Ana, desde la sombra de la cárcel, hacía brotar la luz de su palabra para  liberarnos. Si un hombre, escribiendo de madrugada y escondiendo sus poemas en las zapatillas,  nos regala esta luz que nace de los más negro, a nada le tenemos que temer. Marcos Ana venció la tiniebla porque sabía que post tenebras est lux, si se me permite alterar la cita clásica. Fue preso político, que es la más injusta de las maneras de estar preso, y lo fue durante muchos años y , como el prisionero del romance, no sabiendo cuándo eran las noches y cuándo los días, pero guardando siempre la luz en su alma. Por cierto, que habla de España, de su amor por España, de su preocupación por España, ésa preocupación que lo llevó a la prisión, y no se le cae nada de su ideología comunista. Más claro, que pese a los que nos hacen creer los chicos de la nouvelle gauche, se puede ser de izquierdas y amar a tu país y no andarse con tantos rollos de “país de países” u otras paridillas semejantes que largan estos profesores por mor de subirse a la chepa del catedrático que,  da la “casualidad” que también es de su cuerda. En fin chavales, que si leyerais más y follarais menos, sabríais de qué iba la cosa.

SILBANDO UN ECO EXTRAÑO


No hace muchos meses, dentro de este año que se nos va hoy, escribí de Constantino Molina Monteagudo, poeta albaceteño que me gusta cada vez más. Ahora le ha tocado el turno a Silbando un eco extraño y ha vuelto a convencerme y a deleitarme, cosa que en poesía, por la altura a la que pongo el listón para lo propio y para lo ajeno, es difícil que me ocurra. Estoy cansado de libros de poemas de terminan en la caja que reservo para el expurgo que hago para la biblioteca del lugar en donde habito. Y que conste que hago esto porque he considerado siempre que, como decía el genial Byron, “un libro es un libro aunque no tenga nada dentro” y no los he mandado al contenedor de reciclaje que, sin duda, era el lugar más acertado para ciertas bazofias. En fin, no quiero salirme de mi tema y quiero deciros que, de nuevo, Molina, se atreve con las cosas pequeñas, pero que son muy grandes a los ojos del corazón. Así, Molina va pasando revista al mirlo, al pino caído, a la caja de zapatos o a la gallina. Me gusta esta poesía de las cosas pequeñas tan alejada de la verborrea de la que adolece la poesía española desde hace bastantes años. También las cosas tienen sus lágrimas, lacrimae rerum dixit Vergilius, y necesitan de un cantor. Constantino Molina Monteagudo lo hace muy bien: por eso nunca lo enviaré a la caja del expurgo.


MEMORIAS DEL ESTANQUE


Hacía tiempo que no leía un libro tan bello, tan cuidado en su prosa como éste del maestro Antonio Colinas en el que el estanque, ese estanque en el que se ve reflejada nuestra vida, le va recordando sus años pasados. El libro no son unas meras memorias, sino que es algo más, es la visión poética de los lugares y las personas que configuraron la vida del poeta de La Bañeza. Bellísima la parte dedicada a Ibiza, desde que llega con la luz de la mañana al puerto, hasta el momento, veintiún años después, en que se va de la isla para ir a parar a otra luz, la luz de oro del ocaso salmantino, pero también bellísima las partes del libro dedicadas a esa otra luz de las tierras del noroeste, esos paisajes dominados por la fuerza telúrica del monte Teleno a cuya cima asciende el poeta para encontrarse con los símbolos que  configuraron su infancia y, por ende, su vida. Mucho se aprende el libro de este hombre prudente, alejado del mundillo literario y buen poeta. Gracias, maestro Colinas, por haber escrito este libro, por hacer que yo también acuda a mi estanque, a mi acequia de la infancia, para que en ella vea reflejada mi vida desde aquellos remotos días en que los zapateros andaban, como Cristo, sobre sus aguas y también por enseñarme a mirar las estrellas y a descubrir su mensaje. Hay libros que no se pagan con dinero ni con nada tan sólo con poner en práctica lo mucho que nos enseñan.