Hacía
tiempo que no leía un libro tan bello, tan cuidado en su prosa como éste del
maestro Antonio Colinas en el que el estanque, ese estanque en el que se ve
reflejada nuestra vida, le va recordando sus años pasados. El libro no son unas
meras memorias, sino que es algo más, es la visión poética de los lugares y las
personas que configuraron la vida del poeta de La Bañeza. Bellísima la parte
dedicada a Ibiza, desde que llega con la luz de la mañana al puerto, hasta el
momento, veintiún años después, en que se va de la isla para ir a parar a otra
luz, la luz de oro del ocaso salmantino, pero también bellísima las partes del
libro dedicadas a esa otra luz de las tierras del noroeste, esos paisajes
dominados por la fuerza telúrica del monte Teleno a cuya cima asciende el poeta
para encontrarse con los símbolos que
configuraron su infancia y, por ende, su vida. Mucho se aprende el libro
de este hombre prudente, alejado del mundillo literario y buen poeta. Gracias,
maestro Colinas, por haber escrito este libro, por hacer que yo también acuda a
mi estanque, a mi acequia de la infancia, para que en ella vea reflejada mi
vida desde aquellos remotos días en que los zapateros andaban, como Cristo,
sobre sus aguas y también por enseñarme a mirar las estrellas y a descubrir su
mensaje. Hay libros que no se pagan con dinero ni con nada tan sólo con poner
en práctica lo mucho que nos enseñan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario