De la sombra brota la luz y la
luz se hace libre en el aire. Así, Marcos Ana, desde la sombra de la cárcel,
hacía brotar la luz de su palabra para
liberarnos. Si un hombre, escribiendo de madrugada y escondiendo sus
poemas en las zapatillas, nos regala esta
luz que nace de los más negro, a nada le tenemos que temer. Marcos Ana venció
la tiniebla porque sabía que post
tenebras est lux, si se me permite alterar la cita clásica. Fue preso político,
que es la más injusta de las maneras de estar preso, y lo fue durante muchos
años y , como el prisionero del romance, no sabiendo cuándo eran las noches y
cuándo los días, pero guardando siempre la luz en su alma. Por cierto, que
habla de España, de su amor por España, de su preocupación por España, ésa preocupación
que lo llevó a la prisión, y no se le cae nada de su ideología comunista. Más
claro, que pese a los que nos hacen creer los chicos de la nouvelle gauche, se puede ser de izquierdas y amar a tu país y no
andarse con tantos rollos de “país de países” u otras paridillas semejantes que
largan estos profesores por mor de subirse a la chepa del catedrático que, da la “casualidad” que también es de su
cuerda. En fin chavales, que si leyerais más y follarais menos, sabríais de qué
iba la cosa.
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