Afortunadamente,
ya se acerca la fecha del 1 de octubre que es cuando los independentistas han
decidido colocar el referéndum menos democrático que en el mundo se haya visto contando
con los de Maduro o los que hacía don
Francisco Franco en los que salían más votos que electores. En todo este lío que,
entre otras cosas, es una cortina de humo, una técnica cobarde de calamar
purulento para los del PP, que así tapan sus vergüenzas corruptas, y para los
nacionalistas catalanes que hacen otro tanto con las suyas, hay algo que me
sorprende: todo sueño nacionalista es, por definición burgués y de la burguesía
catalana nació, a finales del XIX, con Prat de la Riba el nacionalismo catalán.
Si esto es así, ¿qué hacen los extremistas de la izquierda catalana (las CUP y
compañía) jaleando este sueño disparatado? ¿No estarían mejor luchando por lo “internacional
que por lo nacionalista? ¿Así unen a la famélica legión frente al capital? Y
que no me vengan con que se van de España por “las sucias manos del PP, (el Rufián
dichoso dixit) porque salen de Málaga para meterse en Malagón; salen de los
Gürtel, de El Bigotes y de Bárcenas para
meterse en Pujol y demás compañía de chorizos (mejor sería de fuets y de
butifarras) que han hecho de Cataluña su masía particular. Recuerdo cuando los
hijos de Pujol iban a las gradas de Barcelona 92 con cárteles de Freedom for Catalonia y ahora lo
comprendo: pedían la libertad para una Catalunya prisionera de la mafia de su
propia familia. Tampoco puedo entender
qué hacen sacerdotes “katolikoi”, universales en griego, apoyando a los
independentistas. ¿Buscan que acudan más feligreses a Misa aún a costa de
perder la catolicidad propia de nuestra iglesia? A la Iglesia se le ha acusado,
en ocasiones, de arrimar el ascua a su sardina: creo que en esta ocasión con
absoluta justicia.
Por último y para no aburrir, decir que tengo miedo del 2-O;
sí tengo más miedo por el 2 - O que por el 1-O. ¿Vamos a ser capaces los
españoles de sentarnos a dialogar sobre nuestro país, sobre España, con sosiego?
¿Vamos a ver capaces de tratar del “problema catalán” tan sencillo como un vaso
de agua como decía Pemán? Que en esa
mesa no se sienten, por favor, ni los que hacen de la estelada envuelta en odio
su arma ni los que jaleaban a la Guardia Civil con un vengativo “a por ellos” a
la salida de los cuarteles. Quizás eran ellos los que deberían formar una
nación aparte y vivir con sus luchas de navajeros y rufianes. Y que ese país de
la caspa, del ajo y del eructo se lo llevaran lo más lejos posibles del mundo
civilizado. Quizás a Marte. Ya de nuevo
anda Caín por los campos de España. ¡Que Dios nos coja confesados!
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