Se dio en Facebook, hace unos días, una interesante polémica sobre la pena de
muerte en la que dejé clara mi postura de que no era partidario de ella en
ningún caso pues no tenemos ningún derecho a decidir sobre la vida de un
semejante, ya sea nacido o no nacido. Confieso que unos días antes me había
leído Último día de un condenado a muerte
de Víctor Hugo y la obra, opúsculo más bien, me cautivó de principio a fin.
Todos estamos condenados a muerte pues sabemos que tenemos que morir, pero el
saber “el día y la hora” hace que la muerte sea aún más terrible. Víctor Hugo,
con su maestría, consigue un alegato contra la pena de muerte poniéndonos en el
pellejo de ese hombre, que parece de extracción noble, durante ese último día y
consigue que sintamos con él esa seguridad de que tal día, a tal hora la muerte
llamará a nuestra puerta. Merece la pena que os leáis esta novelita aquellos
que en el debate de Facebook os mostrabais tan partidarios de ella: quizás
vuestra opinión se modificara.
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