Sergei
Prokofiev, el célebre compositor ucraniano., estaba casado con una madrileña,
Catalina Codina. Esto podría ser pareceros raro, pero la historia es apasionante.
Juan Codina, un cantante español, y Olga Nemýsskaya, una rusa con antepasados
en Polonia y en Alsacia, se conocieron siendo estudiantes en Milán y se casaron.
Su carrera tuvo una gran proyección tanto en Europa como en América y, estando
en Madrid, nació Catalina. La niña vivió poco a orillas del Manzanares porque
sus padres se la llevaron a Nueva York en donde estudió y conoció, un 10 de
diciembre de 1918 a Serguéi. En 1920, se fueron juntos a París y en 1922 se
casaban en Ettal, Baviera. En 1924 nacía su primer hijo, Sviatoslav. Catalina
tuvo problemas con su carrera, entre otras
razones por su miedo escénico, y se fue con su Serguéi a Moscú en donde el
músico creía que podrían vivir porque el stalinisno estaba más “suave”. Sin
embargo no era así y Stalin comenzó sus purgas. Lina, asustada, le dijo a Prokofiev
que volvieran a París, pero el músico no lo consideró oportuno y siguieron
viviendo en Moscú junto con los dos hijos que, para entonces, tenía la pareja.
Llegó el año de 1938 y, siguiendo una costumbre soviética, iniciaron sus vacaciones
por separado. Serguéi se marchó a las montañas y el muy golfo se lio con Mira
Mendelsshon, profesora de literatura y, sobre todo, gran admiradora de su
música. Lina siguió en Moscú con sus hijos mientras que Serguéi y Mira se
acabarían casando pues el matrimonio con Lina, fuera de la Unión Soviética, no
tenía validez y él era “soltero y con compromiso”. Para que las cosas se
pusieran aún peor para la madrileña, Prokofiev fue acusado de componer música
antisoviética y la pobre Lina, de espionaje por sus visitas a embajadas extranjeras.
Se pasó ocho años en un gulag y en el año 1956, salió en libertad. Tres años
antes, el 5 de marzo de 1953, el mismo día en que había muerto el “padrecito de
los pueblos”, había muerto su Serguéi, al que siempre amó. En el 58 le reconocieron
su inocencia y le pusieron paga de viuda. Lina vivió en la URSS hasta 1974 en
que se marchó a Londres y en donde creó una fundación para guardar y conservar
la obra de su legítimo marido y único amor. Murió en la ciudad del Támesis en 1989,
cuando había cumplido ya los noventa y dos años y hacía casi cuarenta que su
Serguéi había fallecido. La fundación Prokofiev ha saltado a la palestra hace
poco porque defendió el libro de Valentina Chamberdjí frente al de Reyes
Monforte al que el nieto del compositor, Serguéi Prokofiev jr., consideraba un
plagio. Ahora, cada vez que escuche a Prokofiev, recordaré la triste historia
de Lina Codina, la mujer que amó al músico hasta el último día de su larga
vida.
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