martes, 30 de abril de 2019

ALFONSO VIII, REY SORIANO


Alfonso VIII es el rey que da nombre al hotel en el que  hemos pasado unos días en Soria. Y es que es normal que el hotel lleve este nombre pues este rey castellano nació en esta ciudad en el año 1155. La verdad es que Alfonso VIII es recordado por múltiples hechos entre los que destacamos uno:  es el rey que gana la batalla de Las Navas de Tolosa, Pero también es el fundador, junto con Tello Téllez de Meneses, del Studium Generale palentinum que fue la primera universidad de España y que se acabaron llevando a Valladolid. Don Alfonso, no contento con esto, fue el que reconquistó Plasencia y esto es curioso porque él, nacido en la Extremadura castellana – Soria es “la cabeza pura de Extremadura-, conquistó lo que, con el tiempo se conoció  también como la “Extremadura castellana” que, en un principio tan sólo se extendía por la comarca de La Vera y que, poco a poco, fue extendiéndose, a medida que la Reconquista avanzaba, hasta lo que hoy conocemos como Extremadura. Alfonso VIII también es muy recordado en la bellísima ciudad cacereña de Plasencia en donde había un empalme de ferrocarriles razón por la cual mi abuelo Luis, que bajó desde Salamanca con las tropas de Franco (con perdón), llamaba a Plasencia “Plasencia-Empalme”. Y es que  los aficionados a los ferrocarriles sabemos que una estación es la de Plasencia – Ciudad y otra la de Plasencia – Empalme conocida en la actualidad también como estación de Monfragüe por el Parque Nacional extremeño. Pero volvamos a lo que estábamos tratando y digamos que este rey castellano se casó con Leonor de Plantagenet, hermana de Ricardo Corazón de León e hija de Enrique III y Leonor de Aquitania. Sin embargo, el regio personaje se murió de unas fiebres en la población, perteneciente a la Tierra de Arévalo, de Gutierre – Muñoz en donde los vecinos han tenido el detalle de erigirle un monolito. Pero no descansa en este pueblito abulense, sino en el monasterio de las Huelgas en Burgos, que fue fundación suya,  junto con su querida Leonor con la que tuvo, que se sepa, diez hijos pues la cifra exacta no se conoce. Es que los reyes de antes tenían tiempo para todo.


domingo, 28 de abril de 2019

EL SANTERO DE GAYA NUÑO


Hace unos años tuve la inmensa fortuna de leer un libro maravilloso que se titula El santero de San Saturio y que, si no es uno de los grandes libros de la literatura universal, sí que es uno de esos libros que llevo en mi corazón. Gaya Nuño, el soriano de Tarcuende, escribió este libro, seguramente desde su piso en la calle Ibiza de Madrid, destilando tanto amor por su tierra natal que yo recomendaría a cualquiera que, a demás de comerse unos torreznos en El Portillo, se lea este libro cuando visite la ciudad castellana, cabeza pura de Extremadura, o que se lo lea antes en su casa sin los torreznos del Portillo. Gaya Nuño tiene una vida triste: su padre fue asesinado durante el "alzamiento nacional" y él también sufrió las consecuencias de haber sido republicano. Eso no le impidió escribir de arte como pocos han escrito en España y, quizás en un momento de añoranza de su tierra natal, escribir ese libro que se debería vender en las tiendas de recuerdos junto a torreznos, mantequilla y caballitos celtibéricos.  Sin embargo, no haría justicia a José María, el sabio de Ávila, si me callara que fue él el que me habló por vez primera de Gaya Nuño y me recomendó la lectura del “santero”. Por cierto, que la receta de los escabeches sorianos que me hago en casa algunas veces con la materia prima magnífica que me proporcionan los hermanos Enjuto de Laguna de Duero me la “contó” el señor Gaya. Hay que revelar las fuentes pase lo que pase.

VÉRTIGO DE SEBALD




 Ayer terminé con una gran pena esa novela maravillosa que es Vértigo de Sebald. Digo con pena porque su lectura me ha proporcionado uno de los ratos más placenteros que me ha podido proporcionar lectura alguna. Como Sebald es un autor del que se ha escrito mucho y bien, omito cualquier intento de análisis culto -  que tampoco estaría a mi alcance-,  y me centro en las sensaciones que como lector he experimentado.
         Dividida en cuatro partes (Beyle o el extraño hecho del amor; All'estero; Viaje del doctor K. a un sanatorio de Riva y Il ritorno in patria) puedo deciros que la última parte, sin que desmerezcan las otras tres, es de lo mejor que he leído en literatura alemana en lo mucho que llevo leído a mi ya provecta edad. Y no sólo en literatura alemana, sino en literatura de cualquier país del mundo. La emoción con la que Sebald “ritorna in patria” en esos pequeños relatos que van conformando su niñez son tan sublimes que, al terminar, he sentido pena por que Sebald no alargara la novela unas páginas más.
         Sebald además va haciendo un recorrido por el arte, por la música (todos habréis visto las connotaciones monteverdianas que tiene esta cuarta y última parte de su novela) y por mil cuerdas que va tejiendo como una red en la que atrapa al lector. Sé que esto es un tópico, pero,  para una prosa tan grande como la de Sebald, me quedo sin palabras.

MARCELO USERA




Recuerdo de mi niñez que mi padre venía muchos días a casa después del trabajo hablando de las calles del barrio de Usera que todas o una gran parte de ella las habían bautizado con el apellido de este señor, en aquellos días, un absoluto desconocido para mí. ¿Quién sería ese Marcelo Usera que había dado nombre a otras calles como Gabriel Usera o Isabelita Usera? Han pasado muchos años desde esa pregunta que hoy, con la mayor humildad, os pretendo contestar.  Todo comienza cuando un teniente coronel del ejército, allá por 1910,  se pone a urbanizar unos terrenos de la que era su esposa, Carmen del Río Fernández y que ésta, a su vez, había heredado de su padre, un agricultor madrileño al que apodaban El Tío Sordillo. No eran pocas las tierras que tenía "el Sordillo" y don Marcelo las empleó en parte para su edificación y, en parte, para explotaciones agrícolas y ganaderas. El militar tuvo la curiosa idea de nombrar las calles con nombres de hermanos, familiares e incluso de trabajadores suyos y así podemos ahora reconocer a los primeros por las numerosas calles que en este barrio madrileño se "apellidan" Usera aunque,  en el caso de los segundos, su reconocimiento sea mucho más complicado. Vivió don Marcelo hasta 1955, pero no así  doña Carmen que falleció dejando viudo al militar y empresario que decidió casarse con Anita Vindel y Ochoa.  Curiosamente, el colegio público Marcelo Usera que fue inaugurado durante la Segunda República, más en concreto un 14 de abril de 1933, en el segunda aniversario de la ya mencionada república, fue construido por una donación del propio don Marcelo que no tuvo hijos en ninguna de sus nupcias. Digo esto no vaya a ser que algún político analfabeto le venga en gana quitarle, por franquista, a don Marcelo las calles y el colegio. Que de todo se ha visto en estos últimos años. El barrio de Usera es, en la actualidad, el barrio madrileño en el que más chinos viven. Pero eso ya es otra historia.
Recuerdo de mi niñez que mi padre venía muchos días a casa después del trabajo hablando de las calles del barrio de Usera que todas o una gran parte de ella las habían bautizado con el apellido de este señor, en aquellos días, un absoluto desconocido para mí. ¿Quién sería ese Marcelo Usera que había dado nombre a otras calles como Gabriel Usera o Isabelita Usera? Han pasado muchos años desde esa pregunta que hoy, con la mayor humildad, os pretendo contestar.  Todo comienza cuando un teniente coronel del ejército, allá por 1910,  se pone a urbanizar unos terrenos de la que era su esposa, Carmen del Río Fernández y que ésta, a su vez, había heredado de su padre, un agricultor madrileño al que apodaban El Tío Sordillo. No eran pocas las tierras que tenía "el Sordillo" y don Marcelo las empleó en parte para su edificación y, en parte, para explotaciones agrícolas y ganaderas. El militar tuvo la curiosa idea de nombrar las calles con nombres de hermanos, familiares e incluso de trabajadores suyos y así podemos ahora reconocer a los primeros por las numerosas calles que en este barrio madrileño se "apellidan" Usera aunque,  en el caso de los segundos, su reconocimiento sea mucho más complicado. Vivió don Marcelo hasta 1955, pero no así  doña Carmen que falleció dejando viudo al militar y empresario que decidió casarse con Anita Vindel y Ochoa.  Curiosamente, el colegio público Marcelo Usera que fue inaugurado durante la Segunda República, más en concreto un 14 de abril de 1933, en el segunda aniversario de la ya mencionada república, fue construido por una donación del propio don Marcelo que no tuvo hijos en ninguna de sus nupcias. Digo esto no vaya a ser que algún político analfabeto le venga en gana quitarle, por franquista, a don Marcelo las calles y el colegio. Que de todo se ha visto en estos últimos años. El barrio de Usera es, en la actualidad, el barrio madrileño en el que más chinos viven. Pero eso ya es otra historia.

lunes, 22 de abril de 2019

WILHELM KEMPFF Y LA DULZURA DE SCHUBERT




En el libreto de las sonatas completas para piano de Schubert, Wilhelm Kempff dice, en alemán naturalmente, unas palabras que deberían ir en todas las partituras de las sonatas de Schubert:

“La mayoría de las sonatas de Schubert no deberían exponerse a la luz cruda de las inmensas salas de conciertos puesto que se trata de confesiones de un alma muy vulnerable y especialmente lo son los monólogos, tan dulcemente susurrados que el sonido se pierde en la sala (Schubert nos revela en un triple pianísimo los secretos más profundos).

         Mejor no se puede decir.

sábado, 20 de abril de 2019

YO, CLAUDIO


Debía de correr el año 1978 cuando en la TVE se pasó la serie Yo, Claudio cuyo éxito fue enorme. La imagen de ese pobre hombre cojo, tartamudo y que parecía tonto, ganó a los telespectadores del mundo entero. Como base a esta serie se contaba con el relato de Robert Graves del mismo nombre y con su continuación: Claudio el dios y su esposa Mesalina. Desde aquella fecha, quizás llevado por esa soberbia de los intelectuales que rechazamos lo popular, no había hecho ni intenciones de leer la obra que, a todo buen latinista, debería interesar porque sigue muy de cerca  a Suetonio. Sin embargo, hace como cosa de un mes, me vino la necesidad de leer a Graves y me puse a la tarea con el Yo, Claudio. Graves, que rechazaba las dos  novelas citadas porque eran obra de la necesidad, hace una historia con buena narrativa que mantiene entretenido aunque se recogen, como es normal, los grandes tópicos sobre Livia y el manejo de los venenos y sobre el manejo de esta sabia mujer sobre el gran Augusto. Recomiendo su lectura y me he reservado para mayo la segunda parte. Ya os contaré.


PONCIO PILATOS, PREFECTO DE JUDEA


Como estamos en la época propicia, me apetece contaros algo de Poncio Pilatos, un curioso personaje del que todos hemos oído hablar. Hitler dijo de Franco que “estaba en la historia como Pilatos en el Evangelio”, o sea, por pura casualidad, pero no se paró a hacerse un examen personal porque a esas cosas no era muy aficionado el dictador alemán. Pero vamos al tema.  De Pilatos sabemos por Flavio Josefo y por Tácito que lo mencionan como procurator (procurador) o como praeses, gobernador. Sin embargo, con el hallazgo en 1961 de una inscripción oficial, se puede afirmar, tal y como ya sospechaba Hirschfeld, que su cargo era el de praefectus, prefecto, tal y como se puede leer en la inscripción:

[      ]  S TIBERIEUM

PONTIUS PILATUS

[PRAEF]ECTUS IUDAE[A]E

[REF]E[CIT]

 

PONTCIO PILATOS

PREFECTO DE JUDEA

REHIZO ESTE TIBERIEO  (Templo en el que se daba culto a Tiberio)

 

         Nada sabemos, sin embargo, ni de la fecha de si nacimiento ni de la fecha de su muerte, pero sí que conocemos que fue el quinto prefecto de la provincia romana de Judea y que estuvo en el cargo desde el año 26 hasta el 36. Fue nombrado prefecto por Tiberio a instancias de Sejano, prefecto para el pretorio y mano derecha del emperador. Este personaje era un antijudío y, según los historiadores, un personaje de cuidado. Por tanto, Pilatos era de “la cuerda” de Sejano, algo que no dice mucho a su favor. El puesto de mando de la prefectura estaba en Cesarea de Filipo, pero, ante las revueltas de bandas armadas, decidió trasladar la capital a Jerusalén. Las razones de las revueltas eran, principalmente dos: el intento de introducir imágenes del emperador en Judea y la construcción de un acueducto en Jerusalén para cuya obra solicitó dinero del Sanedrín. Al principio, los sacerdotes judíos se negaron, pero acabaron pactando con el romano lo que provocó el más que justificado enfado del pueblo judío. Filón de Alejandría nos dice que “el gobierno de Pilatos se caracterizó por su corruptibilidad, robos, violencia, ofensas, brutalidades, condenas continuas sin proceso previo y una crueldad sin límites”. Vamos, que Pilatos no era un angelito.

         Los católicos lo recordamos cada vez que rezamos el Credo, pero debido a la presencia histórica de la religión católica en el mundo, Pilatos no ha sido ajeno ni  al cine , en el que hay numerosas películas de ésas que suelen poner por la Semana Santa en las que hablan de él, ni tampoco en la literatura. Anatole France tiene un cuento sobre Poncio en su libro de cuentos “El estuche de nácar”; en este breve relato, France nos presenta a un Pilatos que ya no recuerda a Jesús de Nazaret. Sin embargo, es en el Maestro y Margarita, novela de Bulgakov, en donde tiene un encuentro con Jesús de Nazaret y, tal y como narran los evangelios, se acaba entregando a los judíos como tantos soviéticos se lavaron las manos y permitieron los crímenes de Stalin.

         El personaje como veis es muy curioso, pero esto es una entrada de blog y hasta aquí hemos llegado.


viernes, 12 de abril de 2019

AS QUEIXAS DE FRANCISCO LUMBRERAS GARCÍA, POETA GALEGO


¡Qué poco sabemos de este hombre, de este poeta gallego! Para algunos coruñés;  para otros, nacido en Madrid, pero de padres gallegos. Francisco Lumbreras García es conocido, sobre todo, como actor y, como tal, estrenó el Don Juan de Zorrilla. Fue en esta faceta en donde Lumbreras destacó y fue para el teatro para el que escribió algunas obras. Sin embargo, en 1885, publicó un libro llamado Hojas sueltas: rebuscos poéticos y algo en prosa. Establecimiento Tipográfico de La Voz de Galicia. En él, figura esta joya que os presento y que cantaron Os Tamara. Le puso música uno de sus integrantes, el gran músico gallego Prudencio Romo. Pucho Boedo, el mítico vocalista de Os Tamara,  cantó esta letra con una emoción y un sentimiento que marcaron mi infancia. Espero que os guste tanto como a mí.

QUEIXAS

Volve, noite misteriosa,

¡ay! volve noite serea,

menciña dos meus pesares,

consolo das miñas penas;

volve coa pálida lúa

que os regueiriños refrexan,

co as tuas fadas e sonos,

co a tua brisa que abanea,

runxendo, runxendo a modo

nos soutos e ramalleiras.

                                         

Volve estrela cobizada

que de noite escentileas;

luceiro dos namorados

que no firmamento velas;

se,  n’estas caladas horas

d’amor e d’ encanto cheas,

a i-alma da miña i-alma

a ti os seus ollos eleva,

dille que morro d’ amor,

que vivo pensando n’ela;

dille que, cando ti brilas,

es a sola confidenta

das bágoas que do meu peito

rompen a cárcere estreita.

Dille que cando a alborada

as suas galas desplega

entre brétemas de rosa

chorando venme Á sua reixa,

mentres ela, n’outros brazos,

lonxe da querida terra,

recordo de tantas ditas,

quizáis se esquence da aldea

onde os pes da santa Virxen,

axiunllada na igrexa,

dándome unha cruz bendita

e un escapulario en prenda,

díxome: “ Por sempre tua”

i-eu xurei sempre querela.

Volve,  noite misteriosa,

¡ay!, volve noite serea,

menciña dos meus pesares,

consolo das miñas penas!

 

Así contan que un amante

daba suas queixas ao vento,

mentras que unha linda nena

que lavaba n’un regueiro,

este cantar entoaba

repetido polo eco:

 

“Amor, constancia, ventura,

todo morre tarde o cedo:

onte non sei se te vin;

se te vin, hoxe…non lembro.

 

Francisco Lumbreras ( 1899)

A Coruña

 



domingo, 7 de abril de 2019

CLAUDIO PRIETO, EL GRAN MÚSICO DE GUARDO


Era un 24 de noviembre de 1931, en el pueblo de Muñeca de la Peña, un municipio dependiente de Guardo en esa carretera que lleva desde la capital del Alto Carrión a Cervera de Pisuerga, donde nació el maestro Claudio Prieto. Con tan sólo dieciséis años fue para El Escorial en donde estudió con el gran musicólogo agustino Samuel Rubio.  En 1960, obtiene una beca de intercambio Cultural del Ministerio de Asuntos Exteriores que le permite acudir a los Cursos Superiores de Perfeccionamiento que se impartían en la Academia Nacional Santa Cecilia de Roma. Durante los tres años siguientes, tuvo como maestros a Goffredo PetrassiBruno Maderna y Boris Porena. Al acabar la formación recibió el Diploma de Estudios Superiores de Perfeccionamiento de la Academia y regresó a España. En 1967, participó en los Cursos Internacionales de Darmstadt (Alemania) con los profesores György Ligeti, el gran compositor húngaro,  Karlheinz Stockhauseny Earle Brown,. No era, tal y como podemos ver, un mal bagaje para un joven de treinta y tres años. Su consagración vendría con su conocidísima Solo a solo para flauta y guitarra. Sería el principio de numerosos éxitos: El Fandango del Padre Soler en versión libre, Tres sinfonías, un Concierto de amor para violonchelo y orquesta y dos obras muy especiales: Peñas arriba, basada en la novela de “mi Pereda” y en la que el compositor une su montaña palentina con la montaña de Cantabria, y el Himno a Guardo, su pueblo,  en cuyo estreno participaron la Coral vaccea (de la capital del Carrión) y la Coral de Guardo. Esa fecha tan emocionante fue un 30 de diciembre de 2001 (hay un vídeo en Internet:


en Guardo, el maravilloso lugar en donde Claudio vio la luz y en donde tocó en su banda. Guardo merece una entrada aparte en la que tendría que demorarme en sus paisajes de la montaña y en ese Carrión joven que acaba de nacer en Fuentes Carrionas. Como es lógico, se le puso su nombre al Instituto de Guardo. ¡Qué menos se merecía tan grande músico palentino! Pero he te aquí que un buen día, los políticos que manejan la educación consideraron que había que modificar “ la estructura organizativa de los centros de Secundaria en la Montaña Palentina” y el nombre de Claudio Prieto, que aún estaba con vida y que coleaba, se “cayó” del Instituto de su pueblo. Ahora se llama IES “Guardo”. Todo un alarde de imaginación. Como me gusta contar las historias completas, os diré que en Guardo había dos Institutos: El Señorío de Guardo y el Claudio Prieto; que se hizo una fusión y que se nombró al instituto resultante como IES de Guardo. Toda una proeza. ¿Qué sentiría el maestro cuando se enterara de que el Instituto de su pueblo había “perdido su nombre”? Don Claudio murió en 2015, dos años después de que se perpetrara este atropello. Pero es que no se puede pedir peras a un olmo (con y sin grafiosis).