Como estamos
en la época propicia, me apetece contaros algo de Poncio Pilatos, un curioso
personaje del que todos hemos oído hablar. Hitler dijo de Franco que “estaba en
la historia como Pilatos en el Evangelio”, o sea, por pura casualidad, pero no
se paró a hacerse un examen personal porque a esas cosas no era muy aficionado
el dictador alemán. Pero vamos al tema.
De Pilatos sabemos por Flavio Josefo y por Tácito que lo mencionan como procurator (procurador) o como praeses, gobernador. Sin embargo, con el
hallazgo en 1961 de una inscripción oficial, se puede afirmar, tal y como ya
sospechaba Hirschfeld, que su cargo era el de praefectus, prefecto, tal y como se puede leer en la inscripción:
[ ]
S TIBERIEUM
PONTIUS PILATUS
[PRAEF]ECTUS IUDAE[A]E
[REF]E[CIT]
PONTCIO PILATOS
PREFECTO DE JUDEA
REHIZO ESTE TIBERIEO (Templo en el que se daba culto a Tiberio)
Nada
sabemos, sin embargo, ni de la fecha de si nacimiento ni de la fecha de su muerte,
pero sí que conocemos que fue el quinto prefecto de la provincia romana de Judea
y que estuvo en el cargo desde el año 26 hasta el 36. Fue nombrado prefecto por
Tiberio a instancias de Sejano, prefecto para el pretorio y mano derecha del
emperador. Este personaje era un antijudío y, según los historiadores, un
personaje de cuidado. Por tanto, Pilatos era de “la cuerda” de Sejano, algo que
no dice mucho a su favor. El puesto de mando de la prefectura estaba en Cesarea
de Filipo, pero, ante las revueltas de bandas armadas, decidió trasladar la
capital a Jerusalén. Las razones de las revueltas eran, principalmente dos: el
intento de introducir imágenes del emperador en Judea y la construcción de un
acueducto en Jerusalén para cuya obra solicitó dinero del Sanedrín. Al
principio, los sacerdotes judíos se negaron, pero acabaron pactando con el
romano lo que provocó el más que justificado enfado del pueblo judío. Filón de
Alejandría nos dice que “el gobierno de Pilatos se caracterizó por su
corruptibilidad, robos, violencia, ofensas, brutalidades, condenas continuas
sin proceso previo y una crueldad sin límites”. Vamos, que Pilatos no era un
angelito.
Los
católicos lo recordamos cada vez que rezamos el Credo, pero debido a la
presencia histórica de la religión católica en el mundo, Pilatos no ha sido
ajeno ni al cine , en el que hay
numerosas películas de ésas que suelen poner por la Semana Santa en las que
hablan de él, ni tampoco en la literatura. Anatole France tiene un cuento sobre
Poncio en su libro de cuentos “El estuche de nácar”; en este breve relato, France
nos presenta a un Pilatos que ya no recuerda a Jesús de Nazaret. Sin embargo,
es en el Maestro y Margarita, novela de Bulgakov, en donde tiene un encuentro
con Jesús de Nazaret y, tal y como narran los evangelios, se acaba entregando a
los judíos como tantos soviéticos se lavaron las manos y permitieron los
crímenes de Stalin.
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