¿Qué
ha sido de Gabriel y Galán? Los niños que nacimos en los sesenta lo leíamos
mucho en el colegio y no nos son extrañas algunas poesías como El Cristu benditu o Varón con aquel padre que se quejaba de que su hijo se lo habían
convertido en la capital, con tanto perfume y tanto melindre, en LGTBI (no
puedo escribir lo que escribe Gabriel y Galán?); tampoco olvidamos El embargu, un poema en el que un pobre
viudo no deja que se lleva el juez la cama en la que había estado enferma y
había muerto su mujer. O, así, sin ir más lejos, La pedrada, poema en el que
un niño lanza una pedrada contra un sayón que, en una procesión de Semana Santa,
iba pegando a Jesús en uno de aquellos pasos. Ya nuestros alumnos nada saben de
este poeta salmantino que escribió parte de sus poemas en extremeño. Tampoco
sabe nadie que da nombre a un pantano (¡lagarto, lagarto, lo del pantano!) en
Cáceres. Estos poetas, como Iriarte y Samaniego, como Manuel Machado y su poema
a la niña de “nuef años!” del cantar del Cid , como Manuel Benítez Carrasco y su
“Perro cojo” o José Carlos de Luna con su “Piyayo”, formaban parte de la poesía
de nuestros libros de texto y, al cabo de un porrón de años, sigue siendo un
gozo inefable volverlos a escuchar mientras nos abren de par en par las puertas
de la infancia. Tan sólo he querido tener un recuerdo emocionado para estos
poetas que llenaron aquellos días azules y aquel sol de mi infancia como dejó
escrito don Antonio Machado.
Os he seleccionado el poema ya citado de El Piyayo, personaje malagueño que
existió en realidad, y un fragmento de El
Cristu benditu. Espero, como siempre, que os gusten.
EL
PIYAYO
¿Tú conoces al
«Piyayo»,
un viejecillo renegro, reseco y chicuelo;
la mirada de gallo
pendenciero
y hocico de raposo
tiñoso…
que pide limosna por «tangos»
y maldice cantando «fandangos»
gangosos? ¡A chufla lo toma la gente
y a mí me da pena
y me causa un respeto imponente!
Ata a su
cuerpo una guitarra,
Que chilla como una corneja
Y zumba como una chicharra
Y tiene arrumacos de vieja
Pelleja.
Yo le he visto
cantando,
Babeando
De rabia y de vino,
Bailando
Con saltos felinos
Tocando a zarpazos,.
Los acordes de un viejo “tangazo”
Y, a sus contorsiones de ardilla,
Hace son con la sucia calderilla.
¡ A chufla lo
toma la gente
y a mi me da pena
y me causa un respeto imponente!
Es su extraño
arte
su cepo y su cruz,
su vida y su luz,
su tabaco y su aguardientillo…
y su pan y el de sus nietecillos:
«churumbeles» con greñas de alambre
y panzas de sapos.
Que aúllan de hambre
Tiritando bajo los harapos;
Sin madre que lave su roña;
Sin padre que «afane»
Porque pena
una muerte en Santoña;
Sin mas sombra que la del abuelo…
¡poca sombra, porque es tan chicuelo;
en el altozano
tiene un cuchitril
¡a las vigas alcanza la mano;
y por lumbre y por luz, un candil.
Vacía sus
alforjas
Que son sus bolsillos,
Bostezando los siete chiquillos,
Se agrupan riendo.
Y entre carantoñas les va repartiendo
Pan y pescao frito,
Con la parsimonia de un antiguo rito:
¡chavales!
¡pan de flor de harina!
Mascarlo
despasio.
Mejo pan no se come en palasio.
Y este pescaíto, ¡no es na?
¡sacao uno a uno del fondo del má!
¡gloria pura él!
Las espinas se comen tamié,
Que to es alimento…Asi….despasito.
¡no llores, Manuela!
Tu no pues, porque no ties muelas.
¡es tan chiquitita
mi niña bonita!..
así, despasito.
Muy remascaíto,
Migaja a migaja, que dure,
Le van dando fin
A los cinco reales que costo el festín.
Luego entre guiñapos durmiendo,
Por matar el frío, muy apiñaditos.
La Virgen María contempla al «Piyayo»
Riendo
Y hay un Ángel rubio que besa la frente
De cada gitano chiquito.
¡A chufla lo
toma la gente!…
y a mi me da pena
y me causa un respeto imponente!
Autor: JOSE
CARLOS DE LUNA (1890-1965)
EL CRISTU
BENDITU
¿Ondi jueron los
tiempos aquellos,
que pue que no
güelvan,
cuando yo juí persona
leía
que jizu comedias
y aleluyas tamién y
cantaris
pa cantalos en una
vigüela?
¿Ondi jueron aquellas
cosinas
que llamaba ilusionis
y eran
a’specie de airinos
que atontá me tenían
la mollera?
¿Ondi jueron de
aquellos sentires
las delicaezas
que me jizun llorar
como un neni,
de gustu y de pena?
¿Ondi jueron aquellos
pensaris
que jacían dolel la
cabeza
de puro lo jondus
y en reäos que eran?
Ajuyó tuito aquello
pa siempre,
y ya no me quea
más remedio que dilme
jaciendo
a esta vía nueva.
¡Ya no güelvin los
tiempos de altoncis,
ya no tengo ilusionis
de aquellas,
ni jago aleluyas,
ni jago comedias,
ni jago cantaris
pa cantalos en una
vigüela!…
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