Al
igual que hay personas a las que no les gusta el queso, también hay personas a
las que no les gusta Bruckner y aducen como razón o causa que “sus movimientos
son excesivamente largos”. No me parece una razón musical de peso para que no
les guste Bruckner y, en confianza, me parece hasta una soberana tontería, pero
no estaría de más que viéramos, a la pata llana, por qué los movimientos de
Bruckner son tan extensos. De todos es sabido que una sinfonía se suele dividir
en cuatro movimientos: el primero escrito en forma de sonata; el segundo que
suele ser un adagio; el tercero, un scherzo y, el último, un allegro. Esto no
es un dogma, pero los músicos lo suelen respetar. También es sabido que cada movimiento tiene
sus propios temas. En el caso de Bruckner, vemos que acostumbra a usar más de
dos temas en cuya exposición usa formas
de desarrollo de estos temas que continúa en el propio desarrollo. Además,
durante la recapitulación, Bruckner vuelve a desarrollar los temas por lo que
la duración de los movimientos alcanza o supera la media hora. Con una buena
guía de audición, no hay ningún problema y el disfrute está asegurado. Por
citar un ejemplo, os propongo la Historia de la Sinfonía que podemos encontrar
en la red de redes y que escribe Francesc Serracanta, un catalán de Molins de
Rei. En esta guía de audición me he basado para esta humilde entrada. Os lo
digo porque un filólogo tiene siempre que citar sus fuentes y para no arrogarme
con méritos ajenos.
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