He terminado de leer el episodio nacional que lleva por
título El 19 de marzo y el 2 de mayo
y, como todo lo que he leído del escritor canario, me ha parecido una lectura
fantástica, para recordar durante muchos años y para seguir en esa empresa ardua
que es la lectura de tanta obra del escritor canario. Y con todo, la extensión
tan enorme de la obra de don Benito casi podríamos decir que es una bendición
porque, por mucho que se lea de él, siempre queda, por suerte, algo nuevo por
leer. Me llama la atención que a Francisco Umbral, cuyas páginas también he
leído con mucho deleite - salvo cuando se “atranca” con su obsesivo sexo -,
diga que “Galdós se repite” y lo acuse de ser un autor poco dado a bellezas
prosísticas y de practicar un tipo de escritura, por decirlo de alguna manera,
poco sensible. De este episodio nacional os copio algunos pasajes que me han
llamado la atención.
Así describe Galdós el comienzo de la primavera en Aranjuez:
Dime por convencido y callé. Durante un rato
bastante largo no se oyó más que el sordo murmullo de diálogos sostenidos en
voz baja, algunos sordos ronquidos, sofocadas toses y a los lejos el canto de
las discutidores cantos y el rumor de leves movimientos del aire sacudiendo las
ramas de los olmos, que empezaban a
reverdecer. La noche era tranquila, triste, impregnada de ese perfume extraño
que exhalan las primeras germinaciones primaverales. El cielo estaba tachonado
de estrellas, a cuya pálida se dibujaban los espesos y negros árboles, la
silueta cortada del Real Palacio, y más allá la figura de Anteo de mármol,
levantado del suelo por Hércules, en el grupo de la fuente monumental que
limita el llamado Parterre.
Unas páginas después, Galdós describe así una
parte de la tienda de los Requejo:
Un mostrador negro y muy semejante a las mesillas
en que piden limosna para los ajusticiados los hermanos de la Paz y la Caridad,
indicaba que allí estaba el cadalso de la miseria y el altar de la usura.
Como se puede ver, no faltan los detalles
irónicos en Galdós.
Finalmente y para ya cerrar esta entrada, no puedo dejar de
copiar la “idea de España” que pone en boca del sacerdote Don celestino:
¿Vosotras sabéis lo que es España? Pues es
nuestra tierra, nuestros hijos, los sepulcros de nuestros padres, nuestras
casas, nuestros reyes, nuestros ejércitos, nuestra riqueza, nuestra historia,
nuestra grandeza, nuestro nombre, nuestra religión. Pues todo esto nos lo quieren
quitar. ¡Muera Napoleón!
Pues ya veis, así de bien
escribía el bueno de don Benito. Por cierto, qué lástima que en estos momentos
nadie pronuncie unas palabras como las de don Celestino.
Boecillo, a 30 de
octubre de 2012
Entonces sólo era Napoleón...
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