jueves, 31 de julio de 2014

DESGRACIA IMPEORABLE

   Hacía  mucho que no leía nada de Peter Handke y el otro día, llevado por unas notas sobre Enrique el Verde,  que es el libro que lee el protagonista de carta breve para un largo adiós, libro que tengo en la lista de espera, volví a retomar su lectura con el libro - muy breve por cierto- titulado Desgracia impeorable.   En este libro, Handke, autor que siempre anda a vueltas con la incomunicación entre los seres humanos, relata de manera casi psiquiátrica sus sentimientos y el carácter de su madre tras el suicidio de ésta última. Un libro breve, bien escrito y que me ha vuelto a poner en contacto con el austriaco de Carintia del que leí hace ya algunos años su Ensayo sobre el cansancio y El miedo del portero al penalty.

 

EL CERCO DE ZAMORA







El cerco de Zamora es el nuevo libro de Agustín García Calvo que lleva, además, un DC con la grabación que hizo el zamorano antes de su muerte. Agustín tenía, ipse dixit, una voz obispal y era un hombre con un sentido del ritmo y del teatro como pocos han tenido en España.  No voy a volver con la historia de que es injusto lo que se ha hecho con García Calvo como poeta y tan sólo os anuncio en este humilde blog la publicación de este libro suyo que, aprovechando que Agustín lo dejó ya preparado, los de Lucina se han encargado, como siempre, de publicar. Leedlo si podéis en el largo verano y ya me diréis. Pero, si no os atrevéis a leerlo, os dejo una frase suya que me impactó siempre:

 

Enorgullécete de tu fracaso, que revela lo limpio de tu empresa.

 

Que tomen nota los que ya sabemos.

EL PECADO DE TANNHÄUSER




In memoriam de don Antonio Ruiz de Elvira

al que le hubiera gustado mucho leer esta bobadica veraniega.

 

         Soy wagneriano hasta la médula y considero su música como de las mejores que se han compuesto nunca. Sin embargo, tengo que decir algo que seguramente alguien ya ha dicho ya en algún lugar, pero que, por si acaso, lo escribo en esta entrada bloggera.  Cuando Tannhäuser va a ver al papa para confesar el pecado de su estancia en el Venusberg, la montaña de las diosa Venus, en donde se ha entregado al placer carnal, el papa le niega el perdón exactamente con estas palabras:

Aquél ante quien yo

imploraba a Dios, replicó:

"Si tan pecaminosa es

la naturaleza de tu deseo,

si te has refocilado y gozado

en el fuego del infierno,

si has habitado en el reino de Venus,

¡estás maldito, por siempre!

Así como del báculo que me sostiene

jamás brotará una hoja,

ni ningún atisbo de vida,

de la marca del fuego del infierno

jamás nacerá para ti, la salvación".

 

         Esto, con mis escasos conocimientos de teología, es imposible. No hay pecado que no se pueda perdonar y el papa no puede negar su absolución a nadie que esté arrepentido. Pero, ¿estaba arrepentido Tannhäuser? Al principio del celebérrimo racconto di Roma, cuando el trovador le cuanta a Wolfram su viaje a la ciudad santa, le dice que " por ella, deseaba expiar con humildad e implorar la gracia negada". Es decir, Tannhäuser va a Roma con un arrepentimiento incompleto pues no se arrepiente de su pecado por amor a Dios - que sí hubiera sido un arrepentimiento completo - sino por amor a Elisabeth. Pero esto no lo podía saber el papa cuando le niega la absolución y este "detalle" era un asunto de conciencia para el desgraciado vate que había recorrido Italia " con los ojos vendados para no gozar de sus bellezas". Sea como fuere, ningún pecado, si hay arrepentimiento, ya sea completo o incompleto, puede quedar sin perdón. Recuerdo a este respecto las sabias palabras de un amigo jesuita ya fallecido, el padre Jiménez - Berzal, que me dijo un día que el gran pecado de Judas no fue el haber entregado a Cristo, sino el pensar que no había perdón para ese pecado. Como sabemos, Tannhäuser muere perdonado por la intercesión de  Elisabeth y el báculo del papa florecido así lo declara:

¡El Señor ha obrado un milagro!

¡Ha adornado con verdes hojas

el báculo sacerdotal!

¡Así florece la redención para el

pecador que arde en el infierno!

¡Anunciad que él encontró

la salvación con este milagro!

¡Desde arriba reina Dios

sobre este valle de lágrimas!

¡Es inmensa su misericordia!

¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

 

            Para, ya en el final de la ópera, henchidos de emoción, decirnos los jüngeren pilger, los jóvenes peregrinos que vuelven de Roma:

 

¡Dios ha concedido

la gracia al peregrino,

para entrar en el reino de los cielos!

 

            Es decir, que Dios le concede el perdón como al don Juan de Zorrilla y no como al don Giovanni de da Ponte y Mozart que va al infierno de cabeza. Pero esto es ya otra historia que tendrá su entrada. ¡Mein Gott, qué cosas se le ocurren a uno en el verano!

 

miércoles, 30 de julio de 2014

EN GRAN NOCHE






Los poemas de don Vicente Aleixandre que quedaron inéditos a su muerte se recogieron, según su propio deseo, con el nombre de En gran noche. Aleixandre que murió poeta – como debe de ser – tenía aún “musa” para escribir estas cosillas que os copio. Atención,  que estamos ante poesía de altísimo voltaje en comparación con lo que se viene haciendo por estos pagos en estos años. Lo digo por si os da corriente al leerlo.

BESO, FINAL

Déjame todavía poner un beso, puedo,

en ese labio donde aún se tienta el día.

Una tibieza tenue me colora

el labio mío, tuyo, de nadie, que anónimo se fija

mientras resbala suave hacia su frío.

Beso largo o morir. Lo mismo. Beso

de luz que a oscuras, aún se queda. El día

no es visible. Pero el labio conoce que tú

despacio lo pronuncias. Míralo

CAMUS, LAS BODAS Y EL VERANO






Camus era mucho Camus y nada mejor que en verano leer su libro L’été, precedido por Noces. El primero lo había leído en esa colección de Alianza que se vendían hace ya unos años por cien pesetas y me había encantado esa idea de la cultura griega como una cultura de límites y de cómo se castiga al que sobrepasa esos límites. Lo he releído ahora en francés y me ha vuelto a encantar. Además el libro Noces es magistral en su descripción de Argelia. No voy a descubrir que Camus escribe muy bien, pero es menester recordárselo a las nuevas generaciones.

IGNACIO DE LUZÁN




En estos días de verano, tranquilos y apacibles, es el mejor tiempo para leerse esos poetas que no podrías leer a lo largo del año porque nuestra disposición mental, menguada por la “lucha de clases”, no está para muchos trotes. Encontré a Ignacio de Luzán en esa colección de Ediciones Simancas que se llama El Parnasianillo y me adentré, sin dudar, en este poeta del XVIII.  Me han gustado sus poemas mitológicos y os copio este fragmento de su Hero y Leandro para que comprobéis que, quizás, Luzán no es tan sólo un poeta olvidable del neoclasicismo.

Agotadas las fuerzas,
sin aliento, sin tino,
y del farol amado
el claro norte extinto,

viendo por todas partes
presente a los sentidos
de la pálida muerte
el bárbaro cuchillo,

a las ondas se vuelve
trémulo y semivivo,
hallar piedad pensando
donde nunca la ha habido:

Ondas, si darme muerte
es decreto preciso,
no a la ida, a la vuelta
matadme a vuestro arbitrio.


Las crueles ondas niegan
al ruego oídos
y le sepultan dentro
de su profundo abismo.

Entonces, exhalando
el último suspiro,
tres veces a Hero llama
con lamentable grito (…)



HERMOSURA



De nuevo viene mi amigo Carlos Aganzo a mi blog. En esta ocasión es la por la publicación de su nuevo libro Hermosura que recoge poemas de tema sanjuanista, ya sea de manera directa, ya sea de manera tangencial ( que diría un político poético). El libro es bonito porque su San Juan también es mi San Juan y en él he encontrado algunos poemas que son míos siguiendo esa teoría del simpático cartero de Pablo Neruda que decía que los poemas eran de los lectores (y no le faltaba razón, qué caray). Dicho esto,  os dejo con uno de “mis poemas”  que sé que me vais a decir que ya repetí hace algo más de un año, pero es que el poema me encanta y tiene una historia amorosa propia que os contaré en mejor ocasión. Además, éste que os regalo es el original de Carlos y no el megamix que le hice con varios poemas para determinado evento y que fue el que publiqué hace un año más o menos.

Ya no me busques más, amor,

que estoy aquí a tu lado,

que no salí de casa,

que me quedé dormido

en la habitación azul de los deseos

mientras tú me buscabas

más allá del eclipse.

 

Ya no me busques más, no les preguntes

por mí a las criaturas de la calle

y siéntate conmigo

y mírate en mis ojos

y reconócete fe nuevo entre mis brazos,

que a tu lado me quedo,

que en tu alma me instalo y me abandono,

porque yo también, amiga mía,

tengo miedo a la intemperie y necesito

arder de amor, arder en esta casa

hasta que pase el invierno

y sea de nuevo luz en nuestra alcoba.

 

 

 

lunes, 28 de julio de 2014

EL FUEGO DE CADA DÍA




No es menester decir muchas cosas de Octavio Paz, uno de los grandes de la literatura española. Yo he sido tardío en leerlo, pero, al final, gracias a la antología El fuego de cada día , que compré donde mi buen amigo Javier en Olmedo,  he entrado en su obra más de lo que había hecho con libros sueltos. Es difícil su poesía, no nos engañemos, pero uno, trabajándola poco a poco, va encontrando esos diamantes que se encuentran en las minas de carbón. Fijaos, si no, en este pequeño poema, casi un poema chino o un haiku, que nos deja suspendidos de la voz del fresno:

 

PRÓJIMO LEJANO

Anoche un fresno

a punto de decirme

algo - callóse.

 

Tampoco es menester decir  nada más.

¡TRÁEME VINO, NIÑO!


 
 
Anacreonte es un poeta griego que siempre ha dado juego porque hablar de las fiestas y del vino siempre causa alegría; si además le añadimos el tercer componente de su obra, el amor, pues ya tenemos el banquete completo. A la colección de obritas basadas en el poeta de Teos, y que se siguieron publicando incluso en la era cristiana, se la conoce como anacreónticas y son éstas las que hemos leído para refrescar el griego que está algo atrofiado con tantas leyes educativas. No descubrimos el mar Egeo si decimos que su lectura nos resulta un placer muy propio de este verano tórrido; tampoco que Juan Meléndez Valdés, el gran poeta del XVIII, era muy diestro en la composición de las anacreónticas. Como estoy embriagado por el vino de Baco, lo que voy a hacer es copiar una de Meléndez Valdés, aunque sea de modo fragmentario,  y a seguir bebiendo: Tráeme vino, tráeme agua, muchacho, que esta noche combato con Eros…

Salud, riente Aurora,
que entre arreboles vienes
a abrir a un nuevo día
las puertas del oriente,

librando de las sombras
con tu presencia alegre
al mundo, que en sus grillos
la ciega noche tiene;

salud, hija gloriosa
del rubio sol, perenne
venero a los mortales
de alivios y placeres.

(Fragmento de la Oda VIII, “A la aurora”)

DIOS Y LOS MUERTOS






Quizás el nombre de José Luis Hidalgo diga muy poco a los lectores de poesía de ahora mismo si es que todavía queda alguno, pero fue un nombre fundamental en los años cuarenta. Su libro Los muertos aparece en todas las antologías de la poesía de posguerra y siempre se lo cita como un gran libro que revela a un autor que, muerto en plena juventud, podría haber llegado muy, muy lejos. Amigo de José Hierro, santanderino y buen poeta, tuvo la desgracia de contraer una enfermedad pulmonar, incurable entonces, que lo llevó a la tumba lleno de proyectos y, pese al título de su libro, lleno de vida. El libro de Hidalgo te sacude las entretelas del alma y plantea preguntas que surgen en esas noches oscuras por las que todos pasamos.  Cuando define a Dios “sólo como el ansia de quererle”, vemos en Hidalgo ese anhelo de Dios tan propio de esos poetas de los cuarenta y cincuenta. También Blas de Otero buscaba a ese Dios que le sajaba los ojos vivos. Ya no hay Dios en la poesía porque a Dios, como dice Jiménez Lozano, se lo han llevado a una residencia de ancianos. Eso sí, todavía algunos lo vamos a visitar alguna tarde.

LA SORPRESA DEL VERANO






Este libro del que os hablo en esta entrada ha sido la sorpresa veraniega que me aguardaba en Sandoval. Lo tenía Miguel en esos montones que apila en la mesa de su librería y mi vista se fue sin querer hacia él. Su título, La utilidad de lo inútil, me llamó poderosamente la atención y también el que los de Acantilado señalaran en un margen que ya iba por la quinta edición. Pese a que mi lista de lecturas es como la lista de espera del SACyL, Nuccio Ordine, que así se llama su autor, se coló e introdujo su libro en los libros legendi en julio. No me he arrepentido de haberle hecho una plaza porque su lectura, amenísima, trata un tema que nos apasiona a los que trabajamos con lo inútil: cómo lo inútil tienen que ser útil en una sociedad libre y en la que lo humano tenga preferencia sobre lo material.  Os lo recomiendo como libro para todo el año al que, por desgracia, tendremos que acudir para defender nuestros saberes inútiles. Debería de ser lectura obligada para politiquillos de escasa cultura, pero de mano larga y para todo aquel que maneja la res publica. Y es que, como dice el sempiterno Savater en la portada, “ese afán de saber y de indagar sin objetivo inmediato práctico en el que tradicionalmente se ha basado la dignitas hominis”.

 

viernes, 25 de julio de 2014

CARTA A MI AMIGO SENÉN



De mi amigo Senén he escrito muchas veces, pero le debía una página entera de mi blog. Cuando alguien ha conocido aquella librería que hace esquina en el Grande de Ávila y cuando alguien lo trató, no lo ha podido  olvidar. Era el invierno crudo abulense y en aquella esquina las luces de la librería eran un faro de lletraferits en donde nos reuníamos para hablar con él que, además de librero era, como pasaba antes con estos profesionales, lector impenitente. ¡Cuántos libros desmenuzados en aquella pequeña tienda! Libros de historia, música de jazz, clásica, los escritos de Fernando Aramburu que, a mí, ya lo sabes amigo Senén, nunca me gustaron. Te tenías que haber quedado unos años más, Senén, para haber seguido ilustrándonos con tus lecturas y con tus colaboraciones en la SER. Yo ahora ya no vivo en Ávila, pero cuando regreso siempre más tarde de lo que hubiera querido, sigo visitando tu tienda en la que sigue Sonsoles, tu viuda, y tu hijo. Hablamos un rato de ti y yo me vuelvo para el tren que me traerá a Valladolid, a mi Duero. Tú te quedas allá en tu Adaja, pero, recuerda que pese al dicho de que el Adaja ataja, se acaba encontrado en Villanueva con mi Duero. Un abrazo en tu universo de libros que también es el mío. Un abrazo desde nuestra única patria.

 

 

UN ALBANÉS EN BOECILLO


 
 
Debo la alegría de conocer a Ismaíl Kadaré a mi buen amigo, ya desaparecido, Senén Pérez. Él era un devoto lector de este escritor albanés y ese gusto y esa pasión que sentía por él me lo inoculó en las muchas tardes que pasábamos juntos en su pequeña librería abulense. De Kadaré lo he leído, más o menos, todo, pero no había leído su poesía aunque conocía que también era un no despreciable poeta. Gracias a la edición en la colección La cruz del sur de la editorial valenciana Pretextos, he tenido la fortuna de leerlo en estas tardes de verano boecillano. Prefiero el Kadaré prosista, pero su poesía me sirve para ahondar en ese mundo oscuro que era y ¿es? ese país nido de águilas que se llama Albania. Ni que decir tiene que la traducción es de Ramón Sánchez Lizarralde que yo creo que es el único que traduce del albanés en las Españas. Este que os regalo esde 1964.

CUANDO TE AMABA

Cuando te amaba

tu recuerdo me envolvía día y noche,

igual que las cenizas del Vesubio

envolvían Pompeya y sus contornos,.

Mas el tiempo ha pasado,

y ya la lava fría

fertiliza surcos los de vastas plantaciones.

Tu recuerdo

nutre

poemas trasparentes.

EL GALLEGO CATALÁN Y MURCIANO



Me es difícil dar una opinión sobre este autor gallego de nacimiento, pero de varios lugares en los que ha trabajado (como nos pasas a todos los que nos dedicamos s a este oficio viajero que es la educación). Vaya en primer lugar el decir que Horacio junto a su poesía lírica tenía una poesía satírica escrita en yambos que estaba escrita más en zapatillas de cuadros. Quiero decir que, en esa poesía, Horacio hacía un poema sobre, por ejemplo, cómo se iban a jugar al frontón Mecenas y otros amigos y cómo él no los podía seguir debido a su miopía. Por tanto, creo que cualquier tema es válido para la poesía al igual que Richard Strauss decía que él pondría en música hasta la lista de la compra. Otra cosa es que sus poemas parezcan prosaicos – simples líneas de prosa cortada en forma de verso – como afirman de él algunos sesudos críticos con los que no estoy de acuerdo porque también esos poemas de Horacio nos parecen “prosaicos”, pero, en primer lugar, están escritos en riguroso metro yámbico y, en segundo, nos están contando situaciones, vivencias y emociones que no tienen por qué ser ajenas a la poesía. A mí, me emociona D’Ors cuando le dedica un poema a su coche (¡Ay, mi Audi 80 que yace en un desguace de Cigales!) o se detiene en esas pequeñas cosas que son muy grandes a un tiempo: los hijos, los nietos, su santa esposa. Miguel D’Ors escribe literatura con buenos sentimientos, mal que le pese a Umbral que con Gide defendía lo contrario. La poesía no es sólo un camino y cada uno utiliza el que cree más conveniente. Un mal poema lo tenemos todos y, ante todo, hay que tener en cuenta que los más fácil es siempre o más difícil.

Dicho esto, creo que puedo decir, sin temor a los intelectuales, que D’Ors, aunque tenga algunos poemas que me producen algo de vergüenza ajena por su prosaísmo, me parece un gran poeta, un poeta diferente en ese grupo de gentes sin esperanza entre los que la ha tocado escribir. Porque, D’Ors – y a lo peor esto es lo que no le perdonan los críticos - es cristiano, de honda creencia en los valores ( me produce un cierto asco esta palabrita) que conforman nuestra convulsa y envejecida civilización occidental. Este final me parece glorioso por mi parte. Que el elogio bien entendido empieza por el propio. Tan sólo deciros que lo leáis sin miedo y, sobre todo, sin ningún prejuicio.

Amandiño

Amando, Amandiño, que eras de Corredoira,
cómo vuelve esta noche, con qué mágica luz,
aquel baño silvestre, y nuestras cabriolas
desnudas por el prado salpicado de bostas,
y aquella canción tuya, amigo agreste, bucanero de siete años
-«Ay, ay, ay, bendito es el borracho»-,
bajando por las hondas carballeiras
desmedida, insistente y en pelotas.
De aquel verano todo se ha perdido
menos aquella hora
maravillosamente sediciosa.

Después
tú te quedaste por tu mundo, libre de calendarios;
yo me adentré en el olor intacto de los nuevos libros.
De ellos salía el camino que -cursos, gentes ciudades-
me ha traído hasta esto.

Y ahora que contemplo mi vida
y me vienen ganas de darle una limosna,
le pregunto a los años
qué habrá sido de ti, Amandiño, amigo de un verano;
qué habrá sido de mí.


 

 

YO QUIERO SER ESTAFADOR




Tras  la lectura de Las confesiones del estafador Félix Krull, uno desea ser ese estafador del que Mann, en la última novela que escribió, nos retrata una vida, una formación ( el libro creo que es a las novelas de formación alemanas lo que el Quijote a los libros de caballerías) y una deformación que hacen de su lectura una auténtica delicia. Antes decía que la mejor novela del autor alemán era los Budenbrook, pero ahora me veo en la duda y no sé si poner en primer lugar a Félix Krull. Maestría, carcajada sobre la vida que no es más que apariencia y en la que hay que entregarse  a la actuación y no quitarse la máscara para que sea una auténtica vita vitalis o, mejor aún, vivenda. Os la recomiendo vivamente, como decía mi profesor de sociología, José María González, en la Facultad de Filología allá por los ochenta.

miércoles, 16 de julio de 2014

EL MAGO MARWANE Y JOSÉ CARLOS ATIENZA








Seguro que muy pocos conocéis al mago Marwane, el héroe de mis hijos. Pues es un mago muy simpático que lleva una trencilla y que hace las delicias de Alma, de Mario y de Alonso. Su autor es un vallekano ( de Vallekas) que vive en Navalcarnero y que, además de contar estas maravillosas historias, es un sólido poeta y un consumado percusionista. No se le conoce porque este mundo literario de nuestros pecados, en donde los premio se dan por enchufe (que diría mi abuela Patro) o competencia digital ( es decir, a dedo),  es así de injusto, pero os aseguro que su salto a la fama ( esa pequeña fama que es la fama de los libros) se va a producir en breve porque es un poeta de altos vuelos. ¡Ah! y los más importante: un gran hacedor de fantasías y una buena persona. Gracias , José Carlos Atienza, ¡ese apellido me lleva a las tierras de Segovia que lindan con Guadalajara y Soria, tierra recia de Mio Cid! por escribir tan bien desde esa noble villa de Navalcarnero que tan buenos vinos produce. Un día no muy lejano nos beberemos un vasito a la salud de Marwane y de nuestros poemas. Así sea, caro colega.

LA CASA DE BASILIO SÁNCHEZ


 
Les debo a mis muy queridos amigos, Ángel y Miguel, ambos grandes actores de ese grupo teatral cuellarano que lleva por nombre “Los mirmidones” el descubrimiento de este poeta cacereño tal y como conté en una de las primeras entradas de este blog. En el verano pasado leí “Los bosques de la mirada” y en éste, el que , por el  momento, es su último poemario, Cristalizaciones. Tendría que deciros que le concedieron el vigésimo premio de poesía Ciudad de Córdoba que lleva el nombre de ese grandísimo poeta que fue Ricardo Molina, pero los premios me interesan bastante poco. Su lectura me ha confirmado a un poeta que progresa en un proceso de maduración que lo ha colocado ya en las cimas de la buen poesía española. Basilio Sánchez es, con o sin premios, uno de los grandes nombres de la poesía de España. Copio este poema:

 

LOS TRABAJOS DE SÍSIFO

Además de mi peso, cuando escribo

llevo también el peso de los otros,

llevo el peso de las cosas que existen,

llevo sobre mis hombros

el lenguaje lastrado de nuestras imposturas,

su platería superflua,

llevo encima la carga de mis incertidumbres,

la maleta del sueño, del equipaje

cada vez ,más incómodo de mis limitaciones.

 

Cuando escribo soy un mozo de cuerda.

LA MANO DE LA SZYMBORSKA



         
 
                
De Wislawa Szymborska poco se puede decir porque ya está dicho casi todo. Me faltaba por leer de ella sus últimos poemas, esos que llegan hasta esa línea oscura que es la muerte y que, publicados en Bartleby Editores, se han publicado hace poco. Siempre he sostenido que el poeta es siempre poeta, desde que nace hasta que muere y, por si tenéis alguna duda, leed este poema fantástico que se llama La mano:

 

Veintisiete huesos,

treinta y cinco músculos,

unas dos mil células nerviosas

en cada una de las yemas de nuestros cinco dedos.

Es absolutamente suficiente

para escribir Mein Kampf

o Winnie the Pooh.

 

LEOPOLDO CANO Y MASAS



                         
                    


Siempre que pasaba por el paseo central del Campo Grande de Valladolid, me llamaba la atención un busto que decía escuetamente: A LEOPOLDO CANO, POETA. No conocía al autor cuya efigie reposaba en la sombra de las arboledas y me picó la curiosidad por conocer algo de él. Conseguí, finalmente, un libro de él, Saetas,  que me he trasegado en estos días de julio. Al tiempo, supe que don Josemaría de Campos Setién, erudito vallisoletano, no hacía mucho que le había dedicado un documentado trabajo. El estudio de de Campos no lo he leído, pero lo poemas me han alegrado con su ingenio y su chispa, aunque parezcan impropias ambas cosas para un vallisoletano algunos ratos. Digamos que no es un gran poeta, pero se pasa nos lleva a las tertulias del XIX con señores de mostacho y medallas en la pechera. Lo que más fama le dio fueron sus obras teatrales a las que él mismo ponía la música pues Cano, además de poeta, como reza en su monumento, fue también general del ejército y otras cosas más como ateneísta o hijo predilecto de la ciudad del Pisuerga. ¿De dónde sacaban tiempo estas gentes del XIX y comienzos del XX para hacer tantas cosas? Ya lo veis, sin you-tubes, sin tabletas, sin Internetes y hasta con amante, como Galdós, y sin perderse una tertulia en el Ateneo, los tíos escribían como fieras. Eso es lo que se llama eficiencia, palabra de la que se llenan la boca los políticos actuales. Pues a ver si toman nota ellos y predican con el ejemplo desde sus despachos enmoquetados, Dixi.