Tras la lectura de Las confesiones del estafador Félix Krull, uno desea ser ese
estafador del que Mann, en la última novela que escribió, nos retrata una vida,
una formación ( el libro creo que es a las novelas de formación alemanas lo que
el Quijote a los libros de caballerías) y una deformación que hacen de su
lectura una auténtica delicia. Antes decía que la mejor novela del autor alemán
era los Budenbrook, pero ahora me veo en la duda y no sé si poner en primer
lugar a Félix Krull. Maestría, carcajada sobre la vida que no es más que apariencia
y en la que hay que entregarse a la
actuación y no quitarse la máscara para que sea una auténtica vita vitalis o, mejor aún, vivenda. Os la recomiendo vivamente, como
decía mi profesor de sociología, José María González, en la Facultad de Filología
allá por los ochenta.
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