De
Wislawa Szymborska poco se puede decir porque ya está dicho casi todo. Me faltaba
por leer de ella sus últimos poemas, esos que llegan hasta esa línea oscura que
es la muerte y que, publicados en Bartleby Editores, se han publicado hace
poco. Siempre he sostenido que el poeta es siempre poeta, desde que nace hasta
que muere y, por si tenéis alguna duda, leed este poema fantástico que se llama
La mano:
Veintisiete huesos,
treinta y cinco músculos,
unas dos mil células nerviosas
en cada una de las yemas de nuestros cinco dedos.
Es absolutamente suficiente
para escribir Mein
Kampf
o Winnie the
Pooh.
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