¡Qué poco se habla ya de don José Cubiles, el gran
pianista gaditano, con el que hacer la especialidad en el Real Conservatorio de
Madrid era un timbre de gloria que muy pocos les era permitido! De Cubiles hablan los alumnos que tuvo:
Guillermo González Hernández, Joaquín Achúcarro, Rafael Orozco, María Orán,
Manuel Carra y otros muchos de pianistas que dejaban claro cómo enseñaba aquel
hombre nacido en Cádiz en 1894. Con cinco años empezó José Antonio a tocar el
piano y recibió los elogios del director del Conservatorio gaditano que le
recomendó que fuera a Madrid a donde se fue el muchacho para estudiar con Pilar
Fernández de la Mora. La infanta Isabel de Borbón, “La Chata”, protegió al
gaditano que no terminó su andadura en el conservatorio matritense sino que
pasó a París en donde estudió y consiguió el primer premio de piano. Cubiles
ingresa en el Real Conservatorio de Madrid como profesor y, al tiempo que
iniciaba una carrera docente fabulosa, empieza una carrera internacional como
concertista no menos fabulosa: sus compañeros en agrupaciones de cámara a lo
atestiguan: Jacques Thibaud, Paul Kochanski o Gaspar Cassadó, el gran
violonchelista catalán.
Cubiles
estrenó las Noches en los jardines de España de su paisano Falla bajo la batuta
de Fernández Arbós. Pero el gaditanillo no tocaba sólo el piano: como director de
orquesta dirigió la Filarmónica de Berlín. ¡ Ahí es ná!
Sin
embargo, Cubiles es recordado, sobre todo, como el profesor de Virtuosismo,
cátedra que obtiene en 1943 y desde la que desarrolla una labor que desborda
todo elogio. En ella siguió hasta su muerte en 1971. Pudo haber llegado mucho
más lejos, pero la escasez de la España que le tocó vivir hicieron que Cubiles
tuviera que ganarse la vida sirviendo a amos que no merecían tal servicio y
haciendo lo que, en otras circunstancias, no hubiera hecho. Me refiero, por si
alguien no lo ha cogido, a esos conciertos en que tan grandísimo músico se vio
obligado a tocar con la camisa azul y las flechas de Falange que en nada
menoscabaron su virtuosismo. Aún viven algunos de aquellos discípulos que tuvo
en Madrid y, pese a los casi cincuenta años trascurridos desde su muerte, su
recuerdo sigue vivo entre los aficionados de verdad al piano. ¡Gracias ,
maestro Cubiles, por tanto como hizo y hace por la música española!
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