Καὶ
ἔρχεται εἰς οἶκον· καὶ συνέρχεται πάλιν ὄχλος, ὥστε μὴ δύνασθαι
αὐτοὺς μηδὲ ἄρτον
φαγεῖν.
καὶ ἀκούσαντες οἱ παρ᾽ αὐτοῦ ἐξῆλθον κρατῆσαι αὐτόν, ἔλεγον γὰρ ὅτι ἐξέστη.
καὶ ἀκούσαντες οἱ παρ᾽ αὐτοῦ ἐξῆλθον κρατῆσαι αὐτόν, ἔλεγον γὰρ ὅτι ἐξέστη.
Y llega a su casa (Jesús) y de
nuevo se junta tanta gente que no les dejaban ni comer. Cuando se enteró su
familia, vinieron a llevárselo pues decían que no estaba en sus cabales.
(traducción del autor de la entrada)
Esto es lo que nos dice San Marcos en
su evangelio y, qué queréis, pero a un servidor siempre le ha consolado cuando
te chocas con la incomprensión de los demás.
Imaginaos la escena: Jesús, acompañado
de sus discípulos, llega a su casa, a su lugar natal (εἰς οἶκον) y la gente que lo iba siguiendo también se
llegan hasta la casa y, poseídos por ese interés por Jesús ( no vamos a entrar
si en un interés “interesado!” o en un interés “sin intereses”) no les dejaban
ni comer. Y ahora viene lo más terrible: la familia, que ya habían oído de sus
andanzas, van a buscarlo para llevárselo por la fuerza ( κρατῆσαι αὐτόν) porque no estaba en sus cabales. ¡Otra vez el
cura y el barbero detrás del caballero de la Triste Figura! ¡Otra vez los cuerdos queriendo apartar a los
locos, a los locos de ideales, a los locos de Amor!
Hace
años que Juan Manuel de Prada en un brillante artículo decía que existía una
segunda Pasión de Cristo. Ahora que entramos en Cuaresma y que todos nos vamos
a preparar para la Pasión con mayúsculas, deberíamos pensar que existe otra
pasión con minúsculas (o no en tan minúsculas) que le tuvo que ser tremendamente
dolorosa a Cristo. Y no hablo de la incomprensión de los sacerdotes y escribas,
vamos, de los establecidos en el poder, sino de la incomprensión de las gentes
de la sinagoga de Nazaret que lo quisieron despeñar; de la incomprensión de sus
propios discípulos que no lo entendieron hasta, - en el caso de algunos ni siquiera entonces- ,
después de su muerte y Ascensión cuando la llegada del Espíritu Santo les
“clarificó” su mente. No voy a escribir sobre ello ni a tomar el texto griego
en el que se narra tan dolorosos episodios, pero sí que voy a llevar ese dolor hasta
el paroxismo, cuando la familia de Jesús lo toman por loco y se lo querían
llevar para encerrarlo. No es difícil el imaginar el sufrimiento del pobre
Cristo rodeado de su familia y queriéndoselo llevar a algún lugar “seguro” porque
era un peligro para la sociedad. Os decía al principio que me gusta releer este
texto evangélico porque en ocasiones son muchos los que no nos comprenden, los
que nos toman por locos, los que nos marginan porque ellos tienen la verdad al
cien por cien. En estos momentos, pienso en ese Jesús perseguido, incomprendido,
acosado, Él que era la Verdad, y me consuelo. Espero que a vosotros os pase lo
mismo.
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