
jueves, 31 de enero de 2019
EURÍPIDES, MI GRAN TRÁGICO

FRANCISCO GARCÍA PAVÓN Y SU JARDÍN DE LAS BOINAS
Francisco
García Pavón, nacido en Tomelloso como su personaje Plinio, fue un gran escritor.
De él me hablaba mucho mi buen amigo José María, el sabio de Ávila, que me
recomendaba los casos de Plinio en aquel Tomelloso que tan bien supo retratar
don Francisco. Nadie como él ha pintado el paisaje manchego con esa soledad del
campo al que abandonaron los muchos emigrantes (migrantes los llaman ahora) que
se marcharon a las grandes ciudades. En su Cuentos
republicanos, echa el resto como escritor, pero en estos cuestos de El jardín de las boinas, muy elogiado
por el ya citado José María, no veo tanto al buen escritor como al narrador de
unas anécdotas algo casposas y de humor un tanto grueso. Vamos, que parecen chistes para señoritos en un casino
manchego. Sin embargo, que nadie se alegarme porque don Francisco García Pavón,
padre de Plinio, el guardia que llevaba en sus botones las iniciales GMT, es
decir, Guardia Municipal de Tomelloso y no Greenwich Mean Time, pese a estos
jardines extraños, es de los mejores escritores que movieron su cálamo en el
siglo XX español.
ÓSCAR ESPLÁ O LA LUZ DE LA MARINA
En este mes de enero que ya
termina, he tenido la fortuna de redescubrir a Óscar Esplá, el gran compositor alicantino
amigo de mi admirado Gabriel Miró y del pintor, también alicantino, Emilio
Varela. La música de Esplá, discípulo de Max Reger y de Camille Saint – Säens,
tiene puntos de semejanza con Debussy, pero siempre surge la luz levantina como
en los cuadros de Sorolla. Me gusta imaginar a Miró y a Esplá recorriendo la
sierra de Aitana, disfrutando del viento, de la luz, de la Marina alicantina. De su música sinfónica os destacaría la
Sinfonía Aitana, La pájara pinta y Don Quijote velando las armas; de su música
para piano, su Sonata española y, de su música vocal, su Psalmo 129, De
profundis. Si escucháis esta música que os propongo, no habréis tenido un mal
comienzo con Esplá, el amigo de mi gran Miró.
jueves, 17 de enero de 2019
JULIO AUMENTE O MORIRSE ENTRE ARRAYANES
Desde
hace muchos años, mi devoción por el grupo Cántico de Córdoba ha sido muy
grande y, en mi santoral particular, tengo a poetas como Pablo García Baena,
Ricardo Molina, Vicente Núñez ( que es posterior, pero que mantuvo relaciones
con el grupo cordobés), Juan Bernier, Mario López y Julio Aumente. Le toca el
turno a Aumente, amigo de García Baena y del psiquiatra Carlos Castilla del Pino,
el humanista que nos contó su Pretérito Imperfecto.
Julio Aumente tiene, según los críticos, dos época bien diferenciadas:
Hasta 1993,
en que el poeta, con sus más y sus menos, está dentro de la estética del grupo
con alejandrinos y endecasílabos, amores y desamores, un preciosismo barroco
muy cordobés y el amor a la belleza junto con el dolor por el paso del tiempo.
Sin embargo en 1993, Aumente publica un libro fundamental, El canto de las arpías, al que prologó Luis Antonio de Villena, su
gran valedor.
Desde
1993 en adelante, Aumente cambia su poesía y se convierte en un poeta que, en
versos descarnados pero que no pierden su lirismo nos introduce en un Madrid lumpen
por el que pululan sus amores: Gianni o Rodolfo, el patinador. Lejos de
esconder estos nombres en su almohada, Julio Aumente, con una valentía que le
honra, no tiene reparos en confesar públicamente su amor. Es una poesía
valiente, en ocasiones de dudoso gusto, pero siempre apasionante porque nada
hay más apasionante que el amor.
Cuando
se nos fue, un 29 de julio de 2006, Julio Aumente había vuelto a su Córdoba natal
en donde su hermana cuidaba un patio lleno de flores y arrayanes. Hasta para
morirse tuvo gusto Don Julio.
Os dejo con un poema de su primera época:
Un cuerpo que se entrega no es
difícil hallarlo.
Eso eras tú, un hermoso cuerpo divino y vivo.
Una breve cintura, un racimo dorado
en tus ojos brillando entre los ríos de Agosto.
Pero es fácil que un cuerpo fulja como una gema
si como amor se mira, con verdadero amor.
Amor y no esa débil pasión que muere a un tiempo
con el último goce de los cuerpos vencidos.
Para mí la palabra, para ti la caricia;
para mí la sonrisa y el arco de tus cejas,
para mí el fruncimiento de tu labio rosado,
superior, tibio, altivo, carnal, condescendiente.
Pero el amor no muere porque nunca ha nacido
en ti, que languideces al tocar de los dedos.
Tú buscas el secreto, la dulzura, el peligro
del momento robado al filo de las noches.
La amistad para ti, o el amor, eran sólo
nombres a que invocar en las horas perdidas.
Eso eras tú, un hermoso cuerpo divino y vivo.
Una breve cintura, un racimo dorado
en tus ojos brillando entre los ríos de Agosto.
Pero es fácil que un cuerpo fulja como una gema
si como amor se mira, con verdadero amor.
Amor y no esa débil pasión que muere a un tiempo
con el último goce de los cuerpos vencidos.
Para mí la palabra, para ti la caricia;
para mí la sonrisa y el arco de tus cejas,
para mí el fruncimiento de tu labio rosado,
superior, tibio, altivo, carnal, condescendiente.
Pero el amor no muere porque nunca ha nacido
en ti, que languideces al tocar de los dedos.
Tú buscas el secreto, la dulzura, el peligro
del momento robado al filo de las noches.
La amistad para ti, o el amor, eran sólo
nombres a que invocar en las horas perdidas.
DE MAKETOS Y CHARNEGOS

Pero ya metido en harina, vemos que
algo muy similar ocurrió y ocurre en Cataluña. El nacionalismo catalán es burgués
y católico ( de ahí lo desorientados que andan la Iglesia catalana que si es
católica no puede ser nacionalista), pero, llegado un momento, la izquierda vio
la posibilidad de sacar tajada y esa es la razón que gentes como Rufián coincidan en los fines con
Torra o Puigdemont.
Pero es que además, la izquierda
catalana y vasca sirvieron para atraer a los hijos de los maketos y de los charnegos
que, luchando por Euskadi o por Catalunya, se venía integrados en la
"patria" que quería tener a sus padres como emigrantes enviados por
el Caudillo ( esas chorradas se han llegado a decir, la Mare de Deu) como
trabajadores a los que, como hemos dicho antes, podían pagar menos porque
" no eran de la misma casta".
El nacionalismo, salvo el defensivo
como fue el gallego cuyo origen ya trataremos, es siempre provinciano, es un
fenómeno de jocs florals de poca
monta, es el decir que el ocaso en Palamós es mejor que el ocaso de Almería. o
que el de Fisterra.
Los que me conocéis, sabéis que mi amor
por el vasco y por el catalán es muy grande, pero es que una cosa es el amor a
una lengua y otra que nos tomen por tontos.
GABRIEL ARESTI

viernes, 11 de enero de 2019
JOSÉ EL PROVEEDOR

miércoles, 2 de enero de 2019
MACKAY, STRAUSS Y LA MAÑANA,
MORGEN
Und morgen wird die Sonne wieder scheinen
Und auf dem Wege, den ich gehen werde,
Wird uns, die Glücklichen, sie wieder einen
Inmitten dieser sonnenatmenden Erde
Und zu dem Strand, dem weiten, wogenblauen,
Werden wir still und langsam niedersteigen,
Stumm werden wir uns in die Augen schauen,
Und auf uns sinkt des Glückes stummes Schweigen…
A este bellísimo poema de Mackay (1864 – 1933)
le puso música Richard Strauss. Si bonita es la letra, la música del compositor
bávaro roza lo sublime. Os he preparado esta torpe traducción:
MAÑANA
Y mañana brillará el sol de nuevo
y, en el camino que recorreré,
otra vez la felicidad de nos envolverá
en el seno de esta tierra embriagada de sol.
Y, hacia la playa extensa de olas
azuladas,
descenderemos en un lento silencio,
a los ojos nos miraremos mudos
y sobre nosotros caerá el silencio de la felicidad callada.
AMÉN
ODYSSEAS ELITIS Y EL ADOLESCENTE FRIKI
Odiseas
Elitis es un poeta griego como se puede adivinar con un poco o nada de
perspicacia. Allá por los años ochenta del siglo pasado, obtuvo el Premio Nobel
y se hizo conocido en todo el mundo. Elitis es uno más de esa enorme pléyade de
poetas griegos que cubren el final del siglo XIX y el XX y cuyos nombres son
deslumbrantes: Kavafis, Ritsos, Seferis, Nicéforo Vrettakos o la actual Kiki
Dimulá. Recuerdo que, cuando apareció
esta antología de su obra en Akal, yo me subí andando la cuesta de General Oraa
y entré en Pérgamo, la librería de mi infancia, y le dije a Lourdes, la dueña, que quería un
libro de ese escritor griego al que le habían dado el Nobel. Cuando me lo dio,
le dije: “Bueno no hablará más que de sol, cabras e higos”. Ella me dijo: “Normal
en un griego!” Y es que un servidor por aquellos entones era un adolescente al
que le gustaba llamar la atención y quedar como poeta y enterado; más claro,
era ya un poco friki.
Pese
a la aventurada e injusta opinión de aquel chaval sabihondo, Elitis es algo más
que sol, cabras e higos. Ahora que lo he leído a fondo os lo puedo asegurar y
sobre todo cuando ya no tengo que impresionar a nadie con mis opiniones.
Con la primera gota de lluvia murió el verano
Se empaparon las palabras que dieron a luz brillo de estrellas Todas las palabras que te tenían como único destino Hacia dónde tenderemos nuestras manos ahora que el tiempo nos ignora Hacia dónde lanzaremos la mirada ahora que las líneas lejanas naufragaron en Las nubes Ahora que tus párpados se cerraron sobre nuestros paisajes Y estamos -como si la niebla nos hubiera traspasado- solos, completamente solos Rodeados de tus imágenes muertas. Con la frente en el cristal velamos el nuevo dolor No será la muerte quien nos venza puesto que existes tú Habrá un viento en otro sitio que te haga vivir plena Que te vista de cerca como te viste de lejos nuestra esperanza Ya que hay otro sitio Una pradera de intenso verde más allá de tu risa cercana al sol, A quien le digo en confianza, que volveremos a vernos No encontraremos a la muerte, sino una gotita de lluvia otoñal Un sentimiento empañado El olor de la tierra del sur en nuestras almas Que cada vez se alejan más. Y si tu mano no está en nuestra mano Y si nuestra sangre no está en las venas de tus sueños Ni la luz en el cielo nítido Ni la música invisible en nuestro interior, oh pasajera melancólica, De cuantos nos retienen aún en el mundo Es el aire húmedo, la hora del otoño, la separación La superficie lacerante para el codo en el recuerdo Que brota cuando la noche intenta separarnos de la luz Tras la ventana cuadrada que ve hacia el dolor Que no ve nada Porque se volvió música, llama invisible, campana del gran reloj de pared Porque se hizo ya, Verso de un poema en otro verso de sonido paralelo Al de la lluvia y las lágrimas y las palabras Pero no como aquellas palabras, sino como éstas, cuyo destino único eres tú. |
LA BATALLA DE GAUGAMELA Y LA MACEDONIA DE FRUTAS

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