He
regresado a Eurípides a sus Bacantes y a su Hécuba en este plan de relectura de
sus tragedias que me he planteado. ¡Qué gozada volver a sentir las botas de
cazador de Penteo! ¡Qué gozada los discursos maravillosos de Hécuba frente a
Agamenón! ¡Qué gozada esos coros líricos¡ Necesitaba a Eurípides porque
necesito la tragedia griega, ese espejo del hombre. Necesitaba escuchar las
voces de esos personajes tan humanos, tan llenos de vida, tan llenos de
sentimiento. Eurípides con sus dos mil
años, sigue siendo actual, tan actual
como cuando escribía en aquella Atenas de olivos de luna. Nadie me podrá quitar
a mi gran maestro, a mi gran trágico, a mi gran amigo.
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