Los flamencos,
para entrar en ese sacerdocio que es el cante, se cambian el nombre como los
frailes y las monjas cuando entran en religión. Aquella niña nacida en el muy
malagueño barrio de El Perchel que respondía al largo nombre de Enriqueta de la
Santísima Trinidad de los Reyes Porras, tomó como apodo la Repompa de Málaga y
con él cantó los pocos años que la vida le dejó. La Repompa anduvo de chica por
los bares de Málaga y se ganaba unas monedas cantando. Así conoció a La Pirula
y así la escucho el guitarrista flamenco Niño de Almería que la llevó al grupo
Los Vargas. Cuando estaba con sus cantes en la Venta del Pimpi, recibió una
llamada desde Madrid cuya autora era , ni más ni menos, Pastora Imperio que se la llevó a la capital
en donde triunfó. Hasta la llamó Franco para que cantara en El Pardo, pero La
Repompa ya no se encontraba bien. Una peritonitis aguda se la llevó al poco tiempo.
Tenía tan sólo veintiún años y tan sólo había grabado un disco histórico con el
guitarrista Paco Aguilera.
Merece
la pena escuchar a La Repompa con sus cantes malagueños que huelen a mar y a cenachos.
Tiene ese regusto del cante antiguo que, por desgracia, a día de hoy, se
prodiga muy poco.
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