Nos
decía siempre el profesor Lasso de la Vega: ¡Las coéforos, decid siempre las
coéforos! Se refería, claro está, a la tragedia de Esquilo que forma parte de
la trilogía conocida como la Orestíada. Y es que es habitual encontrar
traducciones, incluso traducciones de fuste, a en cuya portada aparece Las
Coéforas, la forma que irritaba sobremanera al erudito murciano. Para solventar
dudas, vayamos al griego.
Αἱ χοηφόροι, que, traducido al castellano, significa “las
que llevan las libaciones” porque Χοή –ης,
significa en griego “libación”. Así el diccionario de Pabón recoge la expresión
griega χοὰς τυμβεύειν con el significado de “derramar libaciones sobre una
tumba”. Χοηφόρος – ον es un adjetivo de dos terminaciones cuya primera forma
nos sirve en griego tanto para el masculino como para el femenino de donde
tenemos la forma αἱ χοηφόροι con una traducción de “las coéforos”. ¿Por qué,
pues, pronunciamos entonces coéforas?
Pues por una mala traducción del francés Les Choéphores, obra cuasi divina de
Darius Milhaud con versos de Paul Claudel, y quizás arrastrados por otra palabra griega
que hace referencia a las muchachas vírgenes que en las fiestas de las
Panateneas, las fiestas “patronales” de Atenas, llevaban un canasto con ofrendas. Seguro que
habéis descubierto que hablo de las canéforas, esas púberes a las que Rubén Darío
inmortalizó en ese archiconocido verso de su Responso a Verlaine:
que púberes canéforas
te ofrenden el acanto
del que un alumno LOGSE,
al igual que exclamó Lorca en genial boutade,
no entiende más que el “que” y el “te”.
Fijaos que Rubén, tan francés él, utiliza “canéforas” y no “canéforos” como
debería de haber usado pues también esta palabra proviene de un adjetivo en
griego de dos terminaciones cuyo masculino y femenino son los mismos. También
del francés nos viene el acento esdrújulo y no llano que es el acento que lleva
en la palabra griega.
De pequeño, en Marín, mientras paseaba de la mano de mi
abuelo por la alameda, niño entre rosas de oro, pasaban muchas mujeres que
llevaban canastos en la cabeza y yo, ignorante en mi paraíso, no sabía que
estaba viendo pasar a diligentes canéforos.
Ya sé que esto no va a ninguna parte, que no da dinero, que
Lasso hace muchos años que murió, pero es que os lo quería contar.
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