Filoctetes
es un personaje mitológico en el que la soledad del ser humano se hace presente. Desde mis tiempos de estudiante,
aquel pobre hombre herido y solitario, abandonado por los suyos a causa de la herida pestilente que sufría en su pie, me
sirvió de espejo. Con el tiempo salí de mi Lemnos particular, pero me di cuenta
de que muchos, como ocurre en esta historia, se habían acercado a rescatarme no
tanto por compasión hacia mí, como por sus intereses personales porque
Filoctetes era absolutamente necesario para conquistar Troya y, si lo fueron a
buscar Odiseo y Neopotólemo, no fue, quizás, por el mucho amor que le tenían al
compañero, sino, como ya he dicho antes, por el “interés”. La vida misma.
Tan sólo añadir que era hijo de Peante,
rey de la ciudad de Melibea, y Demonasa
o Metone que de ambas formas se la conoce en la mitología. No puede faltar el que digamos algo que casi
todos los lectores conocen: que Sófocles
escribió sobre él la tragedia homónima. Y que, antes de que Menelao se casara
con Helena, este hombre abandonado fue uno de sus pretendientes.
También debería recordar que los
anteriormente citados Odiseo y Neoptólemo, hijo de Aquiles y de Deidamía, hija
del rey Licomedes de Esciro en donde Aquiles había estado refugiado y, para no
ir a la guerra, se había travestido en chica, lo convencieron y, ya en el campamento aqueo,
fue curado por Podalirio, hermano de Macaón y ambos hijos del dios de la medicina
Asclepio en su matrimonio con Epione. Ya veis, el que no había querido ir a la guerra va a
convencer a otro para que vaya.
Para
ilustrar esta entrada, he elegido este cuadro de Fraçois-Xavier Fabre, pintor
francés discípulo de Jacques Louis David y experto en pinturas históricas y de
tema griego. De este último tema, podemos encontrar en su obra La Mort de Narcisse (1814), La Mort de Milon de Crotone, Le Jugement de Pâris o Oedipe
et la sphinx.
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