A
Joan Manuel Serrat lo conocí por la radio también. El cantautor catalán tenía
ese disco de Machado que vendía el señor Palacios en su tienda de General Oraa
y que lo que vendía en cinta de cassette (a mí me gusta en su forma francesa,
qué le vamos a hacer) de color morado con la foto de Machado porque la cassette fue durante muchos años el
medio más popular de difusión de la música. Baste recordar aquellos expositores
de las gasolineras y de los bares en donde se vendían las que popularmente se conocían
como “cintas” y que permitieron , al cabo de los años y gracias al invento del
walkman, poder escuchar música por la calle.
Esto que estoy contando suena al pleistoceno superior, pero así eran las cosas
por aquellos años. Un día mi madre me la
compró y yo ya no hice otra cosa que escuchar a Machado/Serrat. Conozco de memoria
esos poemas de Machado por las muchas veces que se las oí cantar a Serrat o las
canté yo acompañado de mi humilde guitarra de la que sólo sabía sacar cuatro
acordes mal afinados. También, por esa época, sacó Serrat su disco llamado 1978, el primero que grababa en la compañía
alemana Ariola, y en ese disco aparecía Qúe bonita es Badalona, ese
pasodoble tan cañí con el que convencí a
mi padre para que me comprara la “cinta”
en la tienda de electrodomésticos de José María Pais, esa tienda en la esquina
de la calle da Roda con General Mola o la calle Real en mi muy querido Marín.
Después vinieron más discos y el de Poble Sec seguía ocupando mi corazón. Un
día, ya en este siglo XXI, lo fui a ver a la plaza de toros de Ávila en donde
cantaba acompañado de su guitarra y de ese grandísimo pianista que es Ricard
Miralles. Me hechizó. Recuerdo que empezó el concierto cantando Menos tu vientre, acompañado tan sólo
por su guitarra y con esa voz tan cálida que tiene ese ligero temblor que la hace inconfundible.
Unos años más tarde ( no muchos) lo vi en Valladolid acompañado de Sabina en un
gran concierto cuando iban ambos con el espectáculo Dos pájaros de un tiro. Serrat forma parte de mi BSO vital y llevo
sus canciones en lo más profundo de las entretelas del alma. Sin embargo, os
digo que tengo predilección por algunas de sus canciones en catalán y que hay
una que es para mí de las mejores
canciones de amor que nadie haya escrito nunca: De mica en mica.
Aún me sigue gustando y emocionando
como cuando lo escuché en aquella cinta morada que vendía el señor Palacios.
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