martes, 6 de diciembre de 2022

AGAMENÓN EN LA N-601 (ADANERO - GIJÓN)

 


El otro día, volviendo en su coche de Olmedo,  mi compañera de Latín en el Alfonso VI, Belén Hernández, me preguntaba por esas torres que se ven cuando se viaja por la N-601, conocida también como la carretera “Adanero – Gijón”. Esas torres son los restos de un sistema de telégrafo óptico que se instaló a mediados del siglo XIX. Cuando yo era pequeño y viajaba en el Madrid - León, (llamado León – Madrid por los que lo cogían en Valladolid o en Laguna como  mis abuelos Julio y María), le iba diciendo a mi abuela Patro que en esos castillos estaban los franceses, en aquel otro los ingleses y en el de más allá , los cubanos a los que nombraba no por amor a Fidel Castro (del que nada sabía) sino porque me había tocado un soldadito cubano en un paquete del detergente Ariel  que era compañero de franceses, ingleses o americanos en mis solitarias y blandas guerras infantiles.  En mi libro Boecillo con el corazón cuento algunas cosas sobre los telégrafos ópticos y me remonto al Agamenón de Esquilo en el que , versos 10 al 15, se le escucha decir al vigía:

Y ahora aguardo el signo de la antorcha,

la llama esplendorosa que de Troya

ha de traernos nuevas y el anuncio

de que al final ha sido conquistada,

pues así lo ha mandado de una esposa

el varonil e impaciente pecho.

 

(Traducción de José Alsina Clota)

 

         El telégrafo tenía un sistema de códigos cifrados que tan sólo tenía el Comandante de Línea y permitía un ángulo de visión de 45º. Un mensaje desde Madrid a Irún o viceversa podía llegar en menos de seis horas mientras que un correo a caballo, cambiando de caballo y jinete en las postas y teniendo buen tiempo, no bajaba de los tres días.

         Si os gusta el tema, deciros que en Adanero, pegando a la N-601, podéis contemplar una torre reconstruida por una empresa de telefonía móvil. Si no tenéis mucha prisa, en algún viaje hacia el sur, paráis y le echáis un vistazo. Merece la pena.

         No puedo acabar sin deciros que Pereda y Galdós hablan de este telégrafo y que un servidor , tal y como he dicho al principio, le dedica cuatro páginas de su libro sobre Boecillo que, si no tenéis, ya os estáis haciendo con un ejemplar. ¡Faltaría más!

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