Hoy
es el día de la Purísima, como le gustaba decir a mi abuela Patro, y no estaría
de más que le echáramos un vistazo al texto de Lucas que la Iglesia nos propone
para hoy como lectura evangélica de la que me voy a fijar tan sólo en el final:
εἶπεν δὲ Μαριάμ, Ἰδοὺ
ἡ δούλη κυρίου· γένοιτό μοι κατὰ τὸ ῥῆμά σου. καὶ ἀπῆλθεν ἀπ᾽ αὐτῆς ὁ ἄγγελος.
La
traducción (que casi nos la sabemos de memoria) dice así: Y dijo María: he aquí
la esclava del señor; hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el ángel.
Como filólogo, me llama la atención la
forma γένοιτό μοι κατὰ τὸ ῥῆμά σου que en latín es el archiconocido fiat mihi secundum verbum tuum del que
mucho podríamos hablar, pero quiero detenerme en la forma verbal γένοιτό que es la tercera persona del
optativo aoristo segundo de γίγνομαι “llegar a ser”. Fiat, sin embargo, es la
tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo “fio” que tiene
en latín el mismo significado pero que en griego, al usar el optativo, tiene un matiz añadido que Lucas, que era médico
y buen helenista, utiliza. ¿Por qué? Pues muy sencillo: porque era el modo en
que en griego se construían los deseos posibles. Es decir, que la Virgen tiene el deseo de que lo que le
ha dicho el ángel se cumpla y no sólo eso: es que cree que ese mensaje es
posible.
Ya veis que el griego y el latín sirven
para bastante más que el andar con los indicadores de logro y otras zarandajas
de las leyes de los pedabobos.
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