En
la muy buena serie de RTVE sobre Isabel la Católica, pone el guionista en boca
de don Fernando estas palabras: la fornicación es una cuestión de estado.
Cierto que así era, pero don Fernando engendró tres hijas y un hijo y no casualmente
por razones de estado, sino, más bien, por deseo carnal y por gozo en el lecho en donde el rey Fernando era un consumado
maestro. Vamos a ir viendo estos hijos bastardos, todos nacidos, por cierto, en
vida de doña Isabel y mientras ellos estaban casados pues aunque se habían
maridado por amor, en Valladolid, en el Palacio de los Vivero, en 1469, no por eso se privaba el monarca de echar una
cana al aire que una cosa es el amor conyugal y otra el deseo carnal. (¡Me ha
salido un pareado!)
El
primero que recoge la historia es Alonso o Alfonso, nacido en 1470 y fallecido
en 1520. Fue un prelado que desempeñó varios cargos eclesiásticos: abad del Monasterio de Montearagón desde
1492 a 1520, arzobispo de Zaragoza y Valencia y virrey de Aragón.
La madre del tal Alonso fue una noble catalana,
Aldonza Ruiz de Ivorra, de la muy noble
villa de Cervera en Lérida.
Recordemos que Cataluña era un principado aragonés y
que don Fernando tenía todo el “derecho” a recorrer sus dominios con la “lanza
siempre dispuesta”.
Viene luego Juana María a la que tuvo con una plebeya,
Juana Nicolás, en un fugaz amorío en Tárrega, también en Lérida. Juana María
casó como segunda esposa con Bernardino
Fernández de Velasco, III conde de Haro y
VII condestable de Castilla.
Vamos con la tercera: María Esperanza, que llegó a
abadesa del Monasterio de Nuestra Señora de Gracia en Madrigal. Su madre fue
Toda Larrea, una noble vizcaína, sin duda una neska polita del Bocho o de
Vizcaya que, mal que le pese al PNV, era territorio castellano pues castellano
había sido don Diego López de Haro y castellanos habían sido sus antepasados en
el señorío de Vizcaya.
La cuarta fue María Blanca, hija de la noble
portuguesa Juana Pereira. La muchacha también llegó a abadesa del Monasterio ya
citado en Madrigal en donde se encontrarían, tal y como hemos visto, estas dos
hijas naturales de don Fernando con la hija que tuvieron Carlos I y Germana de
Foix, viuda de don Fernando tras morir Isabel en Medina del Campo.
En fin, don Fernando, que no siempre la
fornicación era una razón de estado y que una cosa dejó clara: que eso de que
tanto “montaba” Isabel como Fernando no fue verdad porque queda más que
demostrado históricamente que el que “montaba” y mucho era usted. Pero arrieros “semos” y por el camino nos
encontraremos.
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