No sabía nada de José Luis Vidal Carreras hasta que el otro día, en
Margen, descubrí este librito suyo que lleva por nombre Señor de los balcones. Me gustó el título porque a mí me gustan las
fotos de ventanas y balcones y decidí comprárselo a Miguel, que ese día estaba
de guardia en el mostrador, para leerlo. Lo leí en una mañana de este junio que
se nos escapa y me gustaron algunos de sus poemas en los que veo algún vestigio
del poeta de Fontiveros, ese medio fraile como lo llamaba la Santa. Por cierto,
que Vidal es profesor de griego en un Instituto de Alicante, así que, además de la poesía de San Juan de la
Cruz y el gusto de por los balcones, algo más nos une al vitoriano y a un
servidor.
EL ESCENARIO
Padre, tú traes el mundo;
si tengo mundo hoy,
es porque tú lo extiendes
cuando avanzo mi pie.
si tengo mundo hoy,
es porque tú lo extiendes
cuando avanzo mi pie.
Pero, cuando, nostálgico,
miro a mi alrededor
y bendigo este suelo
que yo llamo mi casa,
veo andar a mi hijo
preguntando en mis ojos,
alzándome su mano,
esperando mi gesto.
miro a mi alrededor
y bendigo este suelo
que yo llamo mi casa,
veo andar a mi hijo
preguntando en mis ojos,
alzándome su mano,
esperando mi gesto.
Y entonces, viéndoos
juntos,
entre un mundo que viene
y un mundo que se va
(¡Adiós, padre! ¡Adiós, hijo!),
pienso en las despedidas.
entre un mundo que viene
y un mundo que se va
(¡Adiós, padre! ¡Adiós, hijo!),
pienso en las despedidas.
J. L. Vidal Carreras
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