De don Juan de la Cueva, un poeta renacentista del que
apenas tratan los manuales, yo recuerdo desde mi lejana adolescencia, este soneto
que me hacía ir al libro una y otra vez. Y es que, por aquellos días, mis
amores platónicos andaban en su apogeo, y claro, me veía reflejado en ese amor
que había creado el pensamiento del poeta. Lleno de nostalgia por aquellos años
os copio “mi soneto” que reposa ahora en un anaquel de mi biblioteca.
Desengañado estoy de la
esperanza
que fabriqué al sabor
del pensamiento,
pues viene a resolverse
en sombra y viento
aquello en que fundé mi
confianza.
En cuanto hay conozco
haber mudanza,
en todo veo contrario
mudamiento,
si no en mí y en quien
causa mi tormento,
que es eterno su amor y
mi venganza.
De mi estrella procede
el rigor de esto,
que no es posible que
me ofenda tanto
un ángel, en quien vive
el alma mía.
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